Crónica de un delirio imperial

Crónica de un delirio imperial

Al principio, hubo esperanza.
Una figura estridente, distinta, llegó con promesas de pureza y renovación.
Indultó viejos rencores, rompió protocolos con aire de justiciero, y el pueblo (hambriento de milagros) aplaudió.

Pero el aplauso no dura cuando se transforma en eco vacío.

La enfermedad del poder se infiltró como sombra entre bastidores.

Y así, el líder se creyó dios. No uno sabio ni generoso. Uno caprichoso, vengativo, aislado en su Olimpo de redes y furias.

Comenzaron las excentricidades.
Decisiones disfrazadas de profecías. Enemigos imaginarios. Tribunales improvisados.
El tesoro público, transformado en altar para el ego.

Y como Incitato, su caballo cónsul, hoy son exaltadas las voces del sinsentido, mientras los sabios son arrojados al silencio.
El Congreso, reducido a burla.
Los jueces, los medios, los expertos: sospechosos.

Sólo él tiene razón.
Sólo él y sus espectros de fidelidad absoluta.

Entre aplausos forzados y banderas deshilachadas, el imperio se encoge.
Pero su figura, como entonces, insiste en crecer hasta cubrir el cielo con relámpagos de odio.

El legado ya se siente.
No en leyes sabias ni en justicia perdurable,
sino en la memoria traumática de un pueblo que, una vez más,
confundió la furia con liderazgo.

Su moneda del delirio en el bastón, representa, lugar de emperadores, cinco perros imponentes, que custodian el reverso de la moneda, como símbolos de lealtad ciega, fuerza sin dirección y presencia dominante.

Los nombres grabados (“CONAN * MILTON * MURRAY * ROBERT * LUCAS”) simulan un senado perruno, elegido no por sabiduría sino por obediencia.
La moneda de un imperio, caído en la locura.-

Mabel Pappano Abraham
Legisladora MC
Frente Vocación Nacionalista

A los 24 días del mes de julio de 2025 en mi Distrito de General San Martín.-s los…