Por estos días, desearía tener la habilidad de los grandes poetas, para escribir el tango que vive hoy mi país.
Un tango que hablara de la bruma que cubre el pensamiento de muchos.
Que dijera del rumor de pájaros, piando luego del huracán sucedido.
Que contara la nostalgia del ayer, el ansia de volver a buscar lo que se perdió, detrás de la tonta ambición de muchos, que se decían compañeros trabajadores.
Desear que esas lluvias pasadas, nos hubieran dejado la experiencia, para salir de la rueda del karma, donde estamos atascados.
Que nos abandonara el espíritu futbolero, por una vez, cuando se trata de la mesa familiar, abrazados a la matemática de fríos números que no modifican la realidad.
Que se oyeran los acordes del silencio,de quienes no se han vacunado y por un reflejo tal vez y retiraron su colita, para no ser vacunados nuevamente.
Un tango que podría llamarse:
once millones,
once millones de almas,
once millones de resistentes,
once millones de argentinos,
once millones de nacionalistas,
once millones de patriotas,
once millones de despiertos,
once millones de pie.
once millones de valientes...y podría seguir pero...
Hoy se cuentan los penales, se estrenan camisetas, se victorea la pena, la desgracia, la ruina y el hambre.
Se festeja el dolor de la mesas vacías, la limosna de quienes son responsables de tender estas mesas de familia, siempre en el poder, siempre en la mentira, siempre enriqueciéndose, siempre manipulando estómagos y la esperanza de un pueblo, que aún no ha cerrado sus heridas.
Cuarenta años en penumbras, ajusticiando inocentes y persiguiendo con cárcel y amenazas a quien alce la voz.
Una sala intermedia, posterior a la terapia intensiva de la dictadura, todavía quebrados, ciegos, inválidos, paralizados, usados por vulnerables y golpeados.
Pero un masazo pandémico faltaba por si alguno respiraba todavía.
Bien, respiramos todavía, sobrevivimos al horror de los 140.000 que quedaron en las trincheras.
Sin tumbas ni justicia,
Sin despedidas ni amor.
Sin una mano tibia sostenida en el adiós.
Y ahora, cuando escucho decir, que mis compatriotas votaron ayer por bronca. Duele.
Y ahora, cuando escucho decir, que mis compatriotas que no fueron a votar, son irresponsables. Duele
No fuimos porque no hay democracia que festejar.
Porque no hay acto electoral que respetar.
Porque el duelo dura todavía.
Porque nos duele tanto esta Argentina sin alma, sin recuerdos, indolente, tibia y sin coraje, que preferimos el silencio, que de tan elocuente, muchos prefieren seguir ingnorándolo.
Abrimos una puerta, mostramos un rumbo, marcamos el error de ruta elegida y fuimos Juan predicando en el desierto, o Pablo a los griegos.
P/D
Polibio, en su Historia de Roma, cuenta cómo cruzaron el Ródano los 37 elefantes de Aníbal.
P/D
Rosita. Emblema de esto llamado Democracia.
Mabel Pappano
A los 14 días del mes de agosto de 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario