La recuperación económica
Kirchner estableció un frente común con Brasil
para reflotar el Mercosur y renegoció el pago de la deuda externa con el
FMI y otros organismos financieros internacionales en términos hasta
entonces inéditos, logrando que, en febrero de 2004, en la XII Cumbre
del G-15 celebrada en Venezuela, se reconociese la tesis de que la deuda
internacional era impagable sin desarrollo. De acuerdo con esta línea
de pensamiento, defendió, con el apoyo del Brasil del presidente Lula da
Silva, la necesidad de una política continental común para tratar con
la Unión Europea y Estados Unidos, oponiéndose a los intentos
estadounidenses de imponer su propio mercado continental. El rechazo a
la política comercial proteccionista de Estados Unidos y al ALCA se
escenificó en la V Conferencia ministerial de la OMC, celebrada en
Cancún (México) en septiembre de 2003, y en la IV Cumbre de las
Américas, que tuvo lugar en noviembre de 2005, en Mar del Plata.
Después de sacar al país de la cesación de pagos
considerada la más grande de la historia económica mundial, uno de los
mayores éxitos del gobierno fue la renegociación de la deuda externa con
el FMI y otros organismos financieros, al realizarse en términos hasta
entonces inéditos. La deuda con los acreedores privados ascendía a
81.800 millones de dólares, de los cuales, entre enero y febrero de
2005, se canjearon 62.200 millones, o sea el 76 por ciento del total de
la deuda, con una quita de 27.700 millones sobre el valor nominal de la
misma. Se trataba del mayor procedimiento de canje y con la más alta
quita a los acreedores de la historia económica.
El artífice de la exitosa operación fue el
ministro de Economía, Roberto Lavagna, designado durante el gobierno de
Eduardo Duhalde y confirmado en el cargo por Kirchner. No obstante, las
crecientes discrepancias entre ambos culminaron en noviembre de 2005 con
el desplazamiento de Lavagna y su reemplazo por Felisa Miceli, lo que
no cambió las líneas de la política económica. En enero de 2006 el
gobierno argentino pagó por anticipado el total de la deuda con el FMI,
que ascendía a 9.530 millones de dólares, recurriendo a las reservas del
Banco Central, que en ese momento sumaban más de 28.800 millones. La
medida, destinada a ganar independencia política, fue duramente
criticada por la oposición, pero un año después las reservas se habían
recuperado e incluso superado.
El nuevo rumbo económico que había tomado el
país al salir de la crisis se afianzó en los cuatro años de gobierno de
Kirchner. Los logros de la política económica se tradujeron por un lado
en un superávit comercial récord, gracias a las exportaciones que
llegaron a su máximo histórico, y por otro, en una relativa mejora de
los indicadores sociales. Después de la espectacular caída del PIB en
2002 de casi el 11 por ciento, en 2003 se experimentó una notable
recuperación que alcanzó el 8,8 por ciento, debido sobre todo al
crecimiento del consumo privado y de las exportaciones. Esta tendencia
se consolidó en los años sucesivos.
Esta etapa de expansión se centró en el papel
dinamizador de las exportaciones. Argentina volvió a exportar con ímpetu
al exterior, especialmente a Brasil, México, Chile, Venezuela, Europa y
China. En 2007 las exportaciones alcanzaban su tope histórico, al
ascender a 55.301 millones de dólares, un 18 por ciento más que en 2006,
y la balanza comercial acumulaba un saldo positivo de 11.400 millones
de dólares, lo que representaba la duplicación de las ventas externas
durante los años de gobierno de Kirchner.
Aunque el núcleo de las
exportaciones continúa integrado por los productos agropecuarios y
agroindustriales, se fueron incrementando de forma relevante el papel de
los bienes manufacturados, y, como elementos novedosos, del turismo
receptivo y, en menor medida pero apuntando una tendencia interesante,
de los servicios y productos informáticos y los profesionales y
técnicos.
Kirchner y su esposa, Cristina Fernández de Kirchner
Los pilares de la recuperación económica fueron
primordialmente el agro, la industria, la construcción y el sector
financiero, alza que se vio acompañada por el empuje en la inversión
privada. La reactivación impulsó a su vez la recuperación del mercado
laboral: el número de trabajadores contratados aumentó especialmente en
la actividad motora del crecimiento, la construcción, seguida por la
industria metalúrgica, los hoteles y los servicios inmobiliarios.
Si en
mayo de 2002 la desocupación alcanzaba al 21,5 por ciento de la
población económica activa, su máximo histórico, a partir del año 2003
comenzó a registrarse un ritmo de descenso importante. En 2007 el índice
de desempleo había descendido al 8,7 por ciento.
Tras hacer pública su decisión de no postularse a
la reelección presidencial, Néstor Kirchner cedió su plaza de candidato
a su esposa, Cristina Fernández de Kirchner,
quien ganó los comicios presidenciales de octubre de 2007 y se
convirtió así en la primera presidenta electa de la Argentina.
Entretanto, Kirchner intensificó su actividad en el seno del Partido
Justicialista.
En las elecciones legislativas celebradas el 28 de junio
de 2009, Kirchner se presentó como primer candidato de la lista Frente
Justicialista por la Victoria a diputado nacional por la provincia de
Buenos Aires. Al conocerse la derrota sufrida por la formación, que sólo
logró el 32,1 % de los votos, renunció a la presidencia del Partido
Justicialista, cargo que reasumió el 10 de marzo de 2010, un mes después
de ser operado por una afección en la arteria carótida.
Kirchner, que
no había descartado volver a presentarse como candidato a la presidencia
de Argentina en los comicios de 2011, fue designado secretario general
de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) el 4 de mayo de 2010,
pocos meses antes de su fallecimiento.
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