26-10-2013
El reloj,
inapelable
Desde el lunes, tiene que mover el kirchnerismo
Desde el lunes, tiene que mover el kirchnerismo
Si se tratara de mirar a la Argentina desde
afuera, con el despojo de posiciones personales, y sin el
padecimiento del burlesque cotidiano, las cosas se verían con mayor
claridad, probablemente.
Un gobierno que se viene deshilachando, y pierde una primaria 7 a 3, con su presidente que, al poco de ese resultado, desaparece de escena por un mes. Una elección que no ha podido ser torcida y va camino a repetir guarismos de derrota inapelable; con un triunfador, en el distrito más determinante, que viene coleccionando adhesiones de sectores políticos y de poder, y que le marca agenda al ejecutivo.
El 70% de la población quiere otra cosa, y debe sentarse a esperar dos años para que se comience a hacer lo que votó.
Un gobierno que se viene deshilachando, y pierde una primaria 7 a 3, con su presidente que, al poco de ese resultado, desaparece de escena por un mes. Una elección que no ha podido ser torcida y va camino a repetir guarismos de derrota inapelable; con un triunfador, en el distrito más determinante, que viene coleccionando adhesiones de sectores políticos y de poder, y que le marca agenda al ejecutivo.
El 70% de la población quiere otra cosa, y debe sentarse a esperar dos años para que se comience a hacer lo que votó.
Un ejecutivo que nadie sabe en manos de quien
se encuentra, (Zannini, Máximo Kirchner?), pero es seguro que en
manos de nadie que haya sido votado por la población.
Y la obligatoriedad constitucional de continuar gobernando por dos años más. A su pesar.
Todo esto conforma un panorama de endeblez institucional, análogo al de 1975, o al de las aciagas jornadas de 2001, cuando se aplaudió con cánticos y abrazos, la declaración formal de default.
Si Cristina Kirchner regresara a la presidencia, ¿cómo se conduciría un país , durante dos años más, cuando todos los sectores de poder y todas las expectativas de la población están puestas en otra parte?
¿Cómo podría CFK timonear este país si no se baja de su pedestal orlado y va al pie de los que le ganaron las elecciones, para que la apuntalen por otros largos 700 días?
La realidad es que CFK, en caso de regresar, debería gobernar al ritmo de la agenda que le instala la oposición, porque es la agenda de la gente. Uno sabe que eso no está en su naturaleza, pero uno también sabe, porque ya la ha visto , que CFK es capaz de resetearse y dar giros de 180 grados haciendo, hoy, absolutamente lo contrario a lo que declamaba la semana pasada. Y sin que se le corra el maquillaje.
Porque si sigue haciendo lo que estuvo haciendo desde el 2010 a la fecha, no hay parachoque hidráulico que detenga el tren de su desastre.
El punto de discusión es muy otro. Consiste en determinar si, dado que hay que hacer casi exactamente lo contrario de lo que se viene haciendo, tiene realmente sentido que lo realice Cristina; a estas alturas, apenas una intermediaria con carnet.
Y la obligatoriedad constitucional de continuar gobernando por dos años más. A su pesar.
Todo esto conforma un panorama de endeblez institucional, análogo al de 1975, o al de las aciagas jornadas de 2001, cuando se aplaudió con cánticos y abrazos, la declaración formal de default.
Si Cristina Kirchner regresara a la presidencia, ¿cómo se conduciría un país , durante dos años más, cuando todos los sectores de poder y todas las expectativas de la población están puestas en otra parte?
¿Cómo podría CFK timonear este país si no se baja de su pedestal orlado y va al pie de los que le ganaron las elecciones, para que la apuntalen por otros largos 700 días?
La realidad es que CFK, en caso de regresar, debería gobernar al ritmo de la agenda que le instala la oposición, porque es la agenda de la gente. Uno sabe que eso no está en su naturaleza, pero uno también sabe, porque ya la ha visto , que CFK es capaz de resetearse y dar giros de 180 grados haciendo, hoy, absolutamente lo contrario a lo que declamaba la semana pasada. Y sin que se le corra el maquillaje.
Porque si sigue haciendo lo que estuvo haciendo desde el 2010 a la fecha, no hay parachoque hidráulico que detenga el tren de su desastre.
El punto de discusión es muy otro. Consiste en determinar si, dado que hay que hacer casi exactamente lo contrario de lo que se viene haciendo, tiene realmente sentido que lo realice Cristina; a estas alturas, apenas una intermediaria con carnet.
Y que lo realice con Guillermo Moreno, con
Kiciloff y Marcó del Pont...con Lorenzino.....
O si es preferible que extienda su convalescencia, y deje que lo realice el casi anónimo Zannini, a quien le sentaría mucho mejor que a ella el rol de ejecutor de dictámenes ajenos.
Un panorama desolador, que se agiganta a causa de la existencia del inefable Slowhand, esa debilidad hormonal que pasó del ostracismo, en defensa propia , al ejercicio testimonial de la presidencia.
Boudou está haciendo play back. Hace como que ejerce el cargo pero toca desenchufado, y la guitarra que suena es la de Zannini. Desafinadísima.
Mañana por la noche Sergio Massa se erigirá en presidenciable para el año 2015, y quedarán 60 días antes de que se siente en su banca legislativa, y pase a ser , formalmente, uno más de los constitucionalmente habilitados para ser elegido presidente por una eventual asamblea legislativa.
Es importante la fecha del 27 de Octubre, porque formalizará la movida ajedrecística del poder real. Pero tanto o más importante, será la del 10 de diciembre. Cuando asuman los nuevos legisladores.
A partir del 28, es el kirchnerismo (o lo que de él quede), quien deberá decidir su movimiento.
Se quedan o se van. Si se quedan es para no ser ellos mismos. Y, si se van, ¿ lo hacen antes del 10 de diciembre (por aquello de Scioli), o se arriesgan a que , pasado el diez del doce, se les constituya Massa como presidente electo por asamblea?
El10 de diciembre termina el tiempo que señala el reloj, para la próxima movida kirchnerista.
Si se tratara de mirar a la Argentina desde
afuera, con el despojo de posiciones personales y sin el
padecimiento del burlesque cotidiano, las cosas se verían con mayor
claridad, probablemente.O si es preferible que extienda su convalescencia, y deje que lo realice el casi anónimo Zannini, a quien le sentaría mucho mejor que a ella el rol de ejecutor de dictámenes ajenos.
Un panorama desolador, que se agiganta a causa de la existencia del inefable Slowhand, esa debilidad hormonal que pasó del ostracismo, en defensa propia , al ejercicio testimonial de la presidencia.
Boudou está haciendo play back. Hace como que ejerce el cargo pero toca desenchufado, y la guitarra que suena es la de Zannini. Desafinadísima.
Mañana por la noche Sergio Massa se erigirá en presidenciable para el año 2015, y quedarán 60 días antes de que se siente en su banca legislativa, y pase a ser , formalmente, uno más de los constitucionalmente habilitados para ser elegido presidente por una eventual asamblea legislativa.
Es importante la fecha del 27 de Octubre, porque formalizará la movida ajedrecística del poder real. Pero tanto o más importante, será la del 10 de diciembre. Cuando asuman los nuevos legisladores.
A partir del 28, es el kirchnerismo (o lo que de él quede), quien deberá decidir su movimiento.
Se quedan o se van. Si se quedan es para no ser ellos mismos. Y, si se van, ¿ lo hacen antes del 10 de diciembre (por aquello de Scioli), o se arriesgan a que , pasado el diez del doce, se les constituya Massa como presidente electo por asamblea?
El10 de diciembre termina el tiempo que señala el reloj, para la próxima movida kirchnerista.
Y las conclusiones inspirarían antes piedad para con los argentinos, que expectativas. Porque a esa gente que vive en el sur del mundo, se le pasan las décadas como si nada.
Tienen un mandato de la constitución que rige sus vidas, y una obligatoriedad de ir hacia la democracia, la republica y la institucionalidad. Pero pareciera que les cuesta demasiado vivir con normalidad, bajo las pautas que ellos mismos decidieron imponerse.
Aunque con muchos menor amplitud de frecuencia, la onda que muestra el osciloscopio se parece demasiado a la de 1975.
La inflación, los grupos violentos, la impericia gubernamental, la presidente que queda al mando luego de la muerte de su marido, las adolescentes alusiones a revoluciones utópicas, la corrupción, la falta de moneda y el desmadre institucional están allí.
Pero esta vez, afortunadamente, no tienen a los militares que saquen las papas del fuego al desastre perpetrado, esta vez se tienen que arreglar solos.
Eso es crecer, y no estaría tan mal, si no fuera que se pasaron casi 40 años diletando sobre el postperonismo.
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