El Calafate. Alimento de los mejores poetas.

     
El Calafate, Provincia de Santa Cruz, Argentina.
Aproveché el último fin de semana largo del mes de junio para viajar con una amiga al pueblo de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz. Y descubrí, una vez más, un lugar único, con magia, tranquilo y con un paisaje tan pintoresco, que nada tiene que envidiarle a otros lugares del mundo.

PUEBLO CHICO...con olor a chocolate

La principal avenida del pueblo, es la Av. Libertador. Ésta comprende aproximadamente quince cuadras, y está compuesta por negocios de venta de artesanías, dos farmacias (una en una esquina con fachada de troncos al estilo cabaña suiza), y otra más moderna. También, los turistas pueden deleitar sus paladares optando por asado, pastas, y comidas de gran contenido proteico, como guisos, cazuelas y locros. La oferta gastronómica es muy amplia.
Una gran heladería "Ovejitas de la Patagonia", vende no sólo los más ricos y populares helados de la región, sino también, chocolates, y licores. Cuando se visita el pueblo, no se puede obviar probar el chocolate que elaboran ahí. Las calles están completamente aromatizadas de chocolate. Cada negocio, cada lugar, hasta el hotel y a la mañana temprano al levantarse, el aire, tenía aroma a chocolate...caliente, frio, en barra, relleno. Los hay de diversos tipos. Es casi imposible probar todos...aunque en los negocios te ofrecen en bandejitas plateadas algunos surtidos para que pruebes y no te quedes con las ganas. Sin embargo, el viaje a El Calafate habría sido inútil si me hubiese privado de  conocer el fruto del árbol Calafate. Sí, el nombre viene de un árbol llamado así. Calafate. Es un fruto rojo, y son típicos los dulces y licores de Calafate. Cuenta la leyenda que "quien prueba Calafate, siempre vuelve".

 

Nada se compara con la excelencia demográfica y natural típica de esa región. Con casi veinte mil habitantes, es uno de aquellos pueblos chicos que tiene el privilegio de disfrutar de cerca uno de los mejores paisajes de la Argentina. Lago. Montaña. Nieve. Glaciares. ¿Qué más? Para una porteña que viene del ruido, del insoportable smog, de la locura de los transeúntes y la neurosis de los oficinistas de microcentro, encontrarse con la tranquilidad de la Patagonia es un lujo que, reconozco, no todos pueden darse, pero también es necesario saber cómo disfrutar nuestras ganancias en placeres que regocijen nuestro espíritu y mente. Es decir, elegir bien.
EL PERITO MORENO  
(Parque Nacional Los Glaciares)
La principal atracción  a 78 km del pueblo, es el majestuoso y monumental Glaciar Perito Moreno,  cuya denominación es en honor a Francisco Pascasio Moreno un fanático y estudioso de las ciencias naturales, e investigador de la Patagonia argentina. Entre idas y vueltas a Buenos Aires, con los rastros arqueológicos que iba descubriendo, entre objetos e investigaciones, Francisco da origen en 1884 al Museo de Ciencias Naturales de la Plata. Varios fueron los que descubrieron la maravilla del glaciar, entre ellos, capitanes ingleses y chilenos, pero nadie se dedicó con tanto entusiasmo y estoicismo a su investigación.
Para llegar al Perito Moreno, es recomendable, si es la primera vez que se visita el pueblo, contratar un servicio de excursión, o comprar un pasaje en la Terminal de Ómnibus de El Calafate, para llegar allí. Como mencioné anteriormente, son casi 78 km y el paisaje que se aprecia desde la combi es absolutamente reconfortante y perfecto. Hay que madrugar bien temprano porque a las 8.30 de la mañana, la combi ya está en la puerta del hotel esperándote. El paisaje que se admira a esa hora es indescriptible. Varias tonalidades que van del rosa al naranja iluminan el cielo hacia el horizonte. El Sol asoma sus primeros rayos y se confunde con el reflejo del lago. Y las aves revolotean en busca de su tranquilidad, al igual que nosotros.



El camino hacia el Perito, es de lo más relajante. La combi ingresa al Parque Nacional Los Glaciares y el aire que se respira es otro. Aire patagónico y milenario. El lago tiene la particularidad de asemejarse, tanto en el color como en el espesor, a la leche,  por su estado "estacionario" y como resultado de su desprendimiento del glaciar.
Las montañas nevadas de fondo, parece pintadas y salidas de un cuento de niños. Y el paisaje alrededor, los arbustos y arboleda característica te remonta a la época en que los pueblos originarios los usaban de refugio, cobijo y alimento.
Cuando se ingresa al Parque, es imposible perderse. Unas pasarelas bordean todo el frente del Glaciar para poder apreciarlo de distintas perspectivas y tomar las mejores fotografías del paisaje. De frente, el Glaciar. De otro perfil, el Glaciar y las montañas, y de otro perfil, el Glaciar, el Lago Argentino y de fondo, las montañas nevadas. Hay distintos miradores también con asientos para reposar, tomar mate y seguir el camino que es largo. La caminata dura aproximadamente, dos horas y media. Hay que llevarse abrigo, porque es una zona ventosa, y fresca, aunque si sale el Sol, el clima es primaveral. Del lado donde están las pasarelas hay un bosque poblado de pinos secos, al estilo "película de terror hollywoodense", es por eso que uno se debe mantener caminando en las pasarelas para no perderse.
Para relajarse antes, o después de la caminata, y si no llevás tu propia vianda o equipo de mate, hay una confitería para comer y tomar algo, también un pequeño local de venta de merchandising del Perito (imanes, llaveros, libros, almanaques, y no faltan las ovejitas de peluche).

 

 


 DESDE LOS TEHUELCHES HASTA LA LLEGADA DE LOS BLANCOS EUROPEOS, NUNCA DEJARON DE EXISTIR...
La fauna y la flora del lugar son particulares y algunos animales se encuentran en peligro de extinción. El animal más común es el Guanaco. En la ruta se los puede observar todo el tiempo saltando los alambrados que dividen las estancias, y también, como marca de varios artículos regionales. Las mermeladas y los alfajores, tienen el dibujo del guanaco patagónico. Pero lamentablemente, este animal es la primera víctima de las heladas y la nieve. Cuando llegan las temperaturas bajas, los peones de campo se encargan de hacer "fuentes artificiales" para que no carezcan de agua. Como consecuencia del frio también los peones agrupan a los animales y los alimentan. Algunos animales ya cansados por el frio, se recuestan sobre los pastizales congelados y no se levantan más porque quedan pegados al suelo. Ellos son el principal alimento de los cóndores. Otro de los animales que abunda en la zona y se los puede ver todo el tiempo merodeando los campos en busca de algún animal muerto.

Las ovejas también son características del lugar, y las hay tanto en las estancias como en grandes casas con un poco de campo. Uno de los artículos más cotizados en Calafate, y por lo mismo, más caro, es la lana de oveja y sus derivados. Pantuflas, abrigos y guantes forrados y elaborados con lana de oveja se venden en cantidad para el turismo loca y extranjero.  Las "ovejitas patagónicas" de chocolate también son muy populares para llevarles a los más chicos.
El carpincho, es otro de los animales que podemos ver en la ruta cruzarse de vez en cuando, y las alpargatas, guantes, cinturones, camperas y sombreros de carpincho se encuentran por doquier en cualquier almacén patagónico.
Por último, los flamencos típicos de esa región, se los puede observar desde temprano en el lago, y en grupo aleteando sus alas y pintando el paisaje con su color característico: rosa.

TODO GLACIARES
Continuando con los paseos únicos que no se pueden obviar, y pensado para bolsillos exquisitos, es el recorrido por el Lago Argentino, observando  los desprendimientos de los glaciares, denominados "témpanos", hasta llegar a los glaciares Upsala, Spegazzini, y la cara norte del Perito Moreno. Tiene una duración de siete u ocho horas, desde las ocho de la mañana,  hasta las cinco de la tarde, aproximadamente, cuando se retorna al hotel. El paseo es a bordo de un barco, y nunca se desciende. Una experiencia imperdible. El paisaje es único, inhóspito y misterioso. La salida del Sol vista desde el barco y su reflejo en el hielo debe ser el alimento de los mejores poetas.
¿Quién dijo que los glaciares de nuestra patagonia no pueden ser la Novena Maravilla del mundo? Sus colores pasean dentro de la gama de los celestes, azulados y turquesas. Los rayos del Sol los resalta según su intensidad. Como se observa en la siguiente fotografía, el paso del tiempo logró que tanto su textura como su tonalidad se asemejen al de una piedra preciosa.





 


Por último pero sin ánimo de restarle la hermosura nativa al lugar, un dato a considerar en el pueblo de El Calafate, es la cantidad de perros abandonados por sus dueños que abundan en las calles. Uno de los remiseros que nos llevó del hotel al centro, nos comentó que algunos aprovechando que vienen de vacaciones los dejan solos, y muchos de ellos, todavía conservan su collar. Pero en sus rostros se refleja la tristeza del desamparo; Pero por suerte, al ser un pueblo chico, es mucha la gente que se apiada de ellos y los alimenta cada noche. Sandra, dueña de uno de los tantos comercios, reconoció que ella tiene sus propios animales, pero que eso no le impide alimentar a los de la calle. Algunos de esos perros te persiguen cuando caminas hasta perderte el rastro.
A ésta la apodé "Blanquita", la ternura en su andar y sus ojos tristes me quebraron emocionalmente...nos siguió hasta la puerta del hotel, sin perderse un minuto. Le di un par de galletitas que tenía en el bolso para conformarla, pero ni las olió, y siguió nuestros pasos. Hasta que tal vez, el cansancio de tanto caminar la haya desanimado. Con la mirada sentía que me decía "llevame con vos".


Pero aquél no es el único dato que me llamó la atención. Conversando con dueños de algunos negocios locales, varios de ellos, nos confiaron que eran oriundos de Buenos Aires, y se fueron a vivir allí en busca de "seguridad". Si bien el nivel de vida es otro, lo que sí caracteriza al pueblo es la tranquilidad de sus calles y su gente. Nora, hace nueve años que se fue junto a su marido de Buenos Aires, (vivían en Bragado), y con muy poco empezaron de nuevo. Con sus familias lejos, y mucho trabajo, hoy viven del comercio, y se defienden muy cómodamente.

Por último, Luis, dueño de la cadena de panaderías Don Luis, también relató que hace cuatro años se fue de San Martin, (Provincia de Buenos Aires) por la inseguridad y abrió uno de sus locales en el pueblo. Hoy, es una de las pocas y más exquisitas panaderías y confiterías de la zona.


Luis A. Husak. Dueño de "Don Luis"
  
Qué bueno sería poder mudarse al sur no por los problemas que azotan a cualquier ciudad cosmopolita, sino, por el sólo hecho de apreciar y disfrutar de la tranquilidad y la naturaleza del propio país.

Nota: Aylin Pappano
Fotos: Aylin Pappano

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