Signos claves de su personalidad demuestran que a Cristina Kirchner la prefieren legislando y no gobernando
El comienzo del “florecimiento” de la imagen política de Cristina Fernández de Kirchner se dio a partir de los dos últimos años de su gestión como Senadora por la provincia de Santa Cruz, mandato que comenzó en el 2001 y culminó en el año 2003 El 25 de mayo del mismo año asumiró su rol como Primera Dama acompañando la presidencia del, en aquel entonces, presidente de los argentinos Néstor Kirchner.
Desde entonces se le dio una trascendencia especial a su participación política, y también, el marco propicio para el desarrollo de sus capacidades políticas (independientemente de las de su marido), ya que, su imagen se iba acrecentando a medida que la del Presidente se opacaba cada vez más. Pero hay características singulares de su personalidad a la que algunos escritores y periodistas hacen referencia al comparar la Cristina como legisladora criticando desde su banca, la Cristina como Primera Dama, muy apreciado y reconocido por muchos y aquella cuya imagen política está en caída libre.
El periodista y autor del libro “La Dama Rebelde” José Angel Di Mauro señaló que la “tolerancia no es una virtud que se le pueda asignar a Cristina Fernandez, ya que, con el único que fue tolerante es con el marido y en materia política con nadie más”. Los “Cristinos” sostienen que ella es un cuadro político de innegable capacidad y con una trayectoria absolutamente limpia y reconocida, que avala su volumen político. Sus críticos, que se cuentan por decenas, expresan que es una “pésima negociadora, incapaz de apagar el rencor cuando se ha encendido”.
Di Mauro destaca que si bien “ ella es una persona muy capaz, que aprende mucho, es estudiosa y muy emprendedora, y que en su gestión dentro de la política siempre demostró poca capacidad de negociación. Nunca había estado en cargos ejecutivos y construyó con su esposo un poder “bicéfalo” y dentro de ese poder ella era la líder”.
La “brillante” Primera Dama
A la característica de “carencia de tolerancia” que muchos le adjudican durante su gestión como Senadora por Buenos Aires en el 2005 paralelamente que el de Primera Dama, la diputada por la UCR Silvina Giusti señala que “Cristina es poco tolerante a las críticas y ahora como Presidente esa característica se acentúa más, sobre todo, los crecientes ataques inusuales y sostenidos a los medios de comunicación, algo que antes, como Primera Dama no se veía”.
En relación a su rol de esposa del presidente, en el año 2003 hasta el 2005, el diputado del bloque de la UCR Rubén Lanceta, afirma que “Como Primera Dama esperaban que tuviera un papel inverso a lo que venía haciendo su esposo. A partir de la asunción de Néstor, se invirtieron los roles, ella los invirtió. Ella era la más conocida, la que daba mejor en las encuestas que el gobierno trataba de ocultar porque no convenía que nadie opacara la figura del presidente. Como Primera Dama no estaba tan expuesta y se le dañaba menos su aura”.
También señaló que “lo que hemos visto en los primeros ocho meses de su mandato no es la Cristina real, pero tal vez sea la que se ha transformado en pos de cuatro años de estar como Primera Dama”.
Muchos hablan de un “intento de humanización” de su imagen luego de reiterados conflictos en los ocho meses que van de su gestión como Presidente y la seguidilla de crímenes hasta ahora impunes relacionados, algunos, con el narcotráfico y la corrupción.
Además de preferir el desenvolvimiento político durante el período como Senadora y Primera Dama, algunos califican su manera de gobernar como “pésima”. Es el caso de la ex diputada y referente del Grupo Pampa Sur, María del Cármen Alarcón, (en el 2006 fue expulsada de la Comisión de Agricultura del Congreso Nacional), quien acusa a Cristina Kirchner de “estar haciendo una mala gestión, sin su impronta personal, dominada por el poder construido y sin capacidad de maniobra.” También agregó que “falta ver si puede ser presidenta alguien que no sea “mujer de…” Sin embargo destacó que Cristina posee “un valor propio como dirigente, característica que se reflejaba aún más siendo ella Senadora que ahora. Veo que hoy está más en su rol de “mujer de…” y eso es muy grave.”
Alarcón reconoce su época de esplendor político y agregó que “ella se fortaleció más en los cargos en donde pudo construir más allá de la influencia Kirchner. Como Néstor desprecia el Parlamento, cosa que tal vez ella no tanto, la ha dejado más libre en el ejercicio de esa función y allí fue capaz de mostrar aspectos positivos.”
Por último, resalta de su personalidad una característica que siempre estuvo en ella desde sus inicios como militantes y que, a su criterio, adquirió gran notoriedad, “ella está cargada de un incomprensible resentimiento.”
La ex diputada no es la única que afirma el mal ejercicio de su función como Presidente. El diputado de la UCR Rubén Lanceta, dijo que “estos últimos meses Cristina estuvo desvinculada de la gestión. Ha venido gobernando su marido y ha generado falsas dicotomías en la sociedad. Estuvo más preocupada en lo protocolar que en las cuestiones sociales.”
También, destacó en ella que “sus cargos anteriores fueron más productivos y positivos”. Lo mismo asintió el diputado del Frente Justicia, Unión y Libertad, Luis Lusquiños de la provincia de San Luis al decir que “Cristina Fernandez se lució más como Primera Dama.”
Pero no todos desmerecen su actual función como Presidente. El diputado del Frente Para la Victoria Jorge Landó afirmó que “Cristina está profundizando lo que ha venido haciendo durante cuatro años con respecto a la redistribución del ingreso y a la afirmación de una política nacional y de desarrollo.” De sus cargos anteriores, opinó que “como legisladora fue brillante. Es un espejo en el que uno se puede mirar.”
Cinco años pasaron de su rol de Primera Dama y al mismo tiempo, en el 2005 su triunfo como Senadora por Buenos Aires. Su imagen política crecía incontrolablemente de manera que, a su vez, aumentaban las críticas prejuiciosas y maliciosas a su imagen, a su forma de vestir, maquillarse, esconderse de la prensa o los gastos excesivos en joyas. “Colgada” o no del liderazgo de su marido supo acomodarse en la política Argentina y construir su propia historia, como la segunda mujer en convertirse en Presidente de los argentinos.
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