Entrevista a Moisés Ikonicoff: "El Poder es decepcionante"


FOTO: Aylin Pappano (Derechos Reservados)

Con cita en la confitería “La Biela” del barrio de Recoleta, me encontré con un hombre muy distinto de lo que era cuando se lo veía semanalmente en programas políticos diciendo lo que opinaba y emitiendo comentarios polémicos, que siempre daban que hablar. Con algunos años de más, y un aspecto por demás desalineado pero con el mismo carácter de siempre Moisés Iconicoff, peronista converso, funcionario de Perón y de Ménem. Un transgresor que se define como una persona "que da que hablar". Dice lo que piensa y lo juzgan por eso, pero hace varios años que no se lo ve en los medios. ¿Qué hace ahora? ¿Por qué tanto odio hacia Cristina Kirchner? Su pasado en Francia y su vida hoy.

¿Qué cambios significativos observa del gobierno actual con lo que fue la década menemista?

El primer cambio es el contexto. En la época de Ménem, la Argentina estaba en una situación de quiebra total porque tenía las cuentas exteriores en desequilibrio, tenía déficit hipotecario, y los proyectos que se hacían de gobierno eran para recuperar un proyecto de desarrollo. A partir de Kirchner pasa un fenómeno extraordinario, hay una reversión total del contexto interno, las commodities, fundamentalmente la soja, comienza a crecer los precios y la demanda en el mundo. Si no analizamos la diferencia entre una Argentina pobre y una rica no podemos comprender nada. Por ejemplo, si usted vive en condiciones de pobreza y pasa a cobrar la herencia de su tío rico, esto es lo que ha pasado con la Argentina. Desde 1930 que no teníamos esta situación de inserción en el mundo. Kirchner la “pegó” por la existencia de la renta agropecuaria. Al país se le ha permitido tener un excedente fiscal que pudiera satisfacer cualquier capricho económico. Entonces cuál es la diferencia fundamental? Pasar de ser pobres a ricos. El mérito no es de Kirchner sino de los gobiernos anteriores que trataron de salir de la pobreza por vía genuina. Con Kirchner se murió un tío rico y él heredó la herencia.
El Kirchnerismo es un Absolutismo delirante de dos personas que tienen un delirio. Hay un manejo político muy fuerte pero que combina la paranoia. Son una pareja enferma mentalmente que alimentan su locura.

En estos últimos nueve meses de gestión ¿observa algún aspecto positivo?

Estas exportaciones de soja que antes ni existían y que ahora nos permiten esas rentas fabulosas, es como si hubiéramos descubierto petróleo. Hoy en día un país que saca petróleo como Arabia Saudita progresa económicamente y tiene rentas, el petróleo lo vende y el país se enriquece.

¿Cómo conoció a Perón y llegó a ser funcionario si era antiperonista en la década del cincuenta?

Es una gran incógnita. Yo era antiperonista, peor, Comando Civil, luchaba con el arma en la mano contra Perón. Cuando lo echaron a Perón yo era dirigente estudiantil, era presidente de FUBA. Era de izquierda y no Peronista. Por las épocas revoltosas visité varias veces las cárceles del país y en Junio de 1972 me tuve que exiliar, porque la policía me vino a buscar por la caída de Frondizi. De ahí fui a Europa, pasé por Francia y me quedé a vivir allí.

¿Hizo política en Francia?

No, allá hice actividad académica. Hice un doctorado en economía, hice la carrera docente, fui profesor. Llegué a director del Instituto de Desarrollo Económico Industrial. Cuando llegué ahí, Perón estaba en Puerta de Hierro, yo sacaba artículos en los diarios franceses y en las revistas. A través de un amigo en común que me dijo que Perón quería conocerme por un artículo que había sacado, fui a verlo a Puerta de Hierro y ahí quedamos amigos. Yo le dije al General “yo no soy peronista”, y él me dijo que ya sabía, que me conocía, pero ahora había que pensar en el futuro. Y la verdad que el General me sedujo. Él iba a pasar sus vacaciones a Torre Molinos en la costa del sur de España y yo a veces iba a verlo en las vacaciones. A partir de ese entonces tuvimos una extraordinaria relación y reconsideré mi oposición al peronismo. Cuando Perón fue elegido presidente por tercera vez, mandó un telegrama para que viniera a la Argentina y me propuso que manejara un instituto como el que yo dirigía en Francia y en ese momento hice un proyecto y fui el director del INAP (Instituto Nacional de Administración). Perón tuvo una actitud de grandiosidad al tomar a alguien que no fue peronista.

¿Por qué eligió Francia? ¿Cómo llegó ahí?

Cuando presidía el Cabildo de la Democracia, desde el que defendíamos a los presos del Plan Conintes, el comisario Trimarchi, de DIPA (Dirección de Investigaciones Políticas Antidemocráticas), me tenía loco. En épocas de Frondizi uno entraba y salía y no pasaban grandes cosas, pero en marzo de '62 Trimarchi me dijo: "El día que las cosas cambien, pibe, no vas a salir". El día que cae Frondizi, a la noche, me rajo de mi casa y a las 48 horas me van a a buscar. Yo me fui, logré ganar una beca en Francia y me quedé hasta el '66. Entré en el Instituto de Ciencias Económicas Aplicadas donde estaba François Perroux y a los dos años entré como docente del Instituto de Economía del Desarrollo de la Universidad de París. Yo seguía pensando en volver y esa oportunidad se presentó cuando el reformismo ganó la Universidad del Litoral. Me escribieron para decirme que me iban a designar director del Instituto de Planificación Regional y Urbana, que era muy famoso. Estaba por tomar el avión cuando se produjo el golpe de Onganía. Vino la Noche de los Bastones Largos. Me quedé en Francia hasta el '73. En ese período empecé a cambiar hacia el peronismo, escribía bastante en Le Monde, Le Nouvel Observateur, en los Cuadernos del Tercer Mundo.

¿La considera a Cristina Kirchner una auténtica peronista?
No existe peronismo auténtico. Cada adhesión al peronismo depende de las épocas, una cosa es el peronismo del ‘45, otra cosa el peronismo del ’55, otra del ’70. Creo que el problema de Cristina no es su adhesión ideológica al igual que Kirchner sino su “megalomanía”. Se creen Napoleón y se adhiere a proyectos según su conveniencia e intereses políticos. Es una inescrupulosa. No es auténtica en el peronismo. Tampoco es auténtica en la política de Derechos Humanos, ni ella ni su marido. Néstor en la época de los guerrilleros y ella, jamás hicieron nada. Y en la época de la dictadura jamás firmaron una causa de Derechos Humanos. Además se lo ha visto en fotos con Jimmy Carter. Son dos trepadores y militan los ropajes que les conviene.

Si Cristina le propusiera formar parte de su gobierno ¿qué le diría?
No lo haría porque creo que me odia. Yo tuve bastante difusión en la televisión y varias veces me topé con ella. La verdad que nunca fue agradable conmigo. Como yo soy alguien muy irónico y digo las cosas como son y me parecen, en una oportunidad le dije lo que pensaba de ella. Cuando la conocí me pareció una persona desagradable, y a Néstor lo conocí después y me pareció mucho más. Lamento que tengamos que estar en manos de estas personas, pero si a mí me dijeran de participar, que por supuesto, tuve avances al comienzo del mandato de Cristina, pero yo hoy no participaría ni en este ni en ningún gobierno venidero. Con mi experiencia al lado de Menem, hice ya la experiencia de lo que es el poder y no quiero volver más.

¿Hoy sigue haciendo política?
No, hago política por hobby, por vicio, adicción. Hoy no me siento como para volver a manejar poder, y para hacer política hay que estar seducido por el poder. Además hay que hacer una diferencia entre tener un cargo y tener poder, porque yo puedo tener un cargo pero no poder. Yo ya vi lo que era el poder y es decepcionante para mí. De todas las cosas que hice, nadie me reconoció nada, la gente es ingrata.

¿Qué hace en sus ratos libres?

Leo mucho, novelas, diarios. Recibo todas las mañanas diarios extranjeros como L’Observatore Romano o Le Monde y me informo de las noticias de allá. Nunca perdí el vínculo con Francia. También me gusta leer el diario en papel y no en internet, no me gusta la pantalla, me resulta muy incómodo. Por otro lado escucho música clásica y tango. Adoro el tango, yo bailaba de joven con mi mujer y éramos muy buenos bailarines, competíamos en milongas de barrio. Comparto con mi hija el gusto por la buena música y lectura. Y también sigo haciendo reuniones políticas en bares o en mi casa. Nunca voy a perder la pasión por la política. Hasta que me muera voy a seguir diciendo lo que pienso, guste o no.

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