Entrevista a José Ángel Di Mauro, autor de "La Dama Rebelde"




Foto: Aylin Ayelén Pappano

“A Cristina es mejor tenerla manejando y no molestando”

En su libro “La Dama Rebelde” afirma que la tolerancia no es una virtud en Cristina Krichner, ¿por qué no es tolerante?
Se nota ahora que no es una virtud en ella, a partir de sus características de lo que fue toda su historia, sobre todo lo que era no en el poder sino en el llano. En general nunca fue tolerante, casi podríamos decir que con el único que fue tolerante fue con su esposo y en materia política con nadie más, y esta es una característica que se ve claramente en ella ya en el poder.

Desde sus tiempos como legisladora provincial hasta presidente ¿considera que Cristina es una buena negociadora?

No, no es una buena negociadora. Si bien es una persona muy capaz como lo ha demostrado en su formación, que aprende mucho, es una persona estudiosa, muy emprendedora. Lo que había demostrado en su gestión dentro de la política había sido siempre poca capacidad de negociación porque nunca había estado en la condición de negociar, nunca había estado en cargos ejecutivos, y siempre su papel dentro de la maquinaria política que ha construido con su esposo fue el de un poder “bicéfalo” y dentro de ese poder ella era la líder, el esposo después negociaba, o pegaba también y negociaba, pero ella siempre pegaba, la gran duda a partir de su llegada al poder era si ella se iba poder sentar a negociar. Hoy por hoy vemos que esas dudas están claramente expuestas porque le ha costado bastante sentarse y ha perdido mucho de lo que perdió por la falta de esa capacidad negociadora.

¿Cree que su expulsión del PJ la benefició?

Sí, seguramente sí. Ella fue expulsada en el 97 y ese año era su último como senadora, durante su primera gestión como senadora, después iba a ser candidata a diputada nacional porque así imponía el proyecto político “Kirchner”. En ese entonces ella había mostrado grandes críticas dentro del bloque oficialista, y en general el bloque había tolerado las críticas, pero esa tolerancia era de palabra porque efectivamente no se la bancaban. Organizaban reuniones de bloque y no la convocaban, por ejemplo, pero finalmente la gota que rebalsó el vaso fue cuando ella se opuso al proyecto del Congreso de la Magistratura, que en ese entonces la planeaba el menemismo en función de una orden emanada de la reciente Reforma Constitucional. Luego, a ella la apartan de las comisiones pero como eso no se pudo dar, no la podían mantener alejada de todas las comisiones, la tuvieron que echar, y ella si bien no se lo esperaba, reaccionó muy mal y se victimizó con la expulsión, esto le sumó mucho a ella lo cual le dio mayor grado de exposición en los medios y además, siempre dijo que los que la echaron y conformaban ese bloque eran “frankestein, dráculas, etc”, no era un bloque de lo más predilecto y encima abandonó el senado porque no iba a quedar pegada a un senado manchado de sospechas.

¿Qué rescata de positivo del paso de Cristina de la Comisión de Asuntos Constitucionales?

Ella tuvo varios pasos por la Comisión de Asuntos Constitucionales. Como Primera Dama participó de esa Comisión, y siempre fue una Comisión muy cara a los afectos kirchneristas. Siempre quiso tener esa Comisión y de hecho la tuvo, por ejemplo, en la época que estuvo Eduardo Duhalde. Los Kirchner de haber sido aliados de Duhalde, tal vez, los únicos aliados de la campaña presidencial de Eduardo Duhalde, ella terminó haciendo duras críticas a Duhalde en función de los intereses de su esposo. Era de las más críticas y de las que más daño trató de hacerle a Duhalde, contando oficialistas y opositores. Recordemos el episodio del avión sanitario que le mandó a un senador para voltearle una ley a Duhalde. A pesar de todo, el gobierno la mantuvo y no le quitó la Comisión donde ella mostraba su capacidad para manejar esa Comisión. Es mejor tenerla manejando y no molestando. Ahora bien, cuando ella estuvo en el poder, pasó a ser funcional del poder de su esposo y cuando en los primeros años del kirchnerismo las críticas eran menores hacia Nestor Kirchner, una de las críticas que se hacía por lo bajo es que ella desde la Comisión de Asuntos Constitucionales, era muy estratégica y se sentaba sobre determinados proyectos y los “paraba”, cosa que criticaban. Por eso es parte de la característica de ella “haz lo que bien digo y no lo que mal hago”.

Con respecto a la ostentación, ¿cree que es una capacidad innata en ella o que la presidencia despertó una necesidad ficticia de aparentar?

Siempre fue así, es más, ahora se ven algunos signos, que pareciera que su asesor de imagen le dijo que frenara un poco esas características. Si algo ella no iba a cambiar era en la característica de vestir bien que uno diría “ostentar” y ella diría “no, yo me visto bien, y es así y está bien que lo haga”. Así como es inversamente proporcional a lo que es su esposo. Dice que desde los catorce años se pinta como una “puerta”. La imagen para ella es mucho pero no es algo que haya nacido con su llegada al poder.

¿La prefiere Primera Dama o presidente?

Como ciudadano, y viéndola presidente, tenía personalmente otras expectativas, por eso, la falta de poder alcanzar el consenso y la falta de admisión terminó jugándole en contra. Como Primera Dama esperaban que tuviera un papel que fuera inverso a lo que venía haciendo su esposo. Cuando los dos llegaron al gobierno, porque hay que hablar en plural, los dos gobernaron. A partir de la asunción de Nestor, se invirtieron los roles, ella los invirtió, ella era la más conocida, la que daba mejor en las encuestas, que el gobierno ocultaba porque no convenía que nadie opacara la figura de Néstor Kirchner , entonces ella dio un deliberado paso al costado que se prolongó durante toda su gestión. Un paso al costado y un paso atrás porque quedó en segundo plano. Lo que pensé es que cuando se invirtieran los roles lo habrían de hacer todos, entonces Néstor iba a adoptar la postura que adoptó su esposa. Como Primera Dama no estaba tan expuesta y se dañaba menos su aura, que lo que ahora quedó. Evidentemente le va a costar muchísimo, pero tiene todas las oportunidades de, en tres años, revertir un poco, pero queda en la balanza todos los cambios que pueda llegar a hacer, porque quedará la duda si son o no reales. Cuánto de credibilidad puede tener un cambio de postura, una actitud amable de Cristina. Lo que hemos visto en los primeros ocho meses de su mandato no es la Cristina real, pero tal vez sea la que se ha transformado en pos de cuatro años de estar como Primera Dama.

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