4 de febrero de 1976: el día que Argentina echó al pirata invasor de nuestros mares



Hace 36 años sucedía algo como hoy, la misión británica Shackleton estudiaba el Mar Argentino en busca de petróleo. En ese entonces, Argentina respondió echando al embajador en Buenos Aires y cañoneando a los ingleses por invadir el mar territorial. Un mes, después, el golpe militar...


El pico de la crisis se alcanzó el 4 de febrero cuando el destructor de la Armada Argentina ARA Almirante Storni. [38] Se dispuso a detener al buque de investigación oceanográfica británico RRS Shackleton que navegaba a 78 millas al sur de Puerto Stanley. Desde el destructor se ordenó: "Detenga las máquinas o abriré fuego". El motivo esgrimido por la nave argentina fue que los británicos se hallaban dentro del límite de la jurisdicción argentina de las 200 millas alrededor de las Islas. [39]

La Presidente de la Nación dio venia al posible ataque. Según algunos informes, también se creía que Lord Shackleton se encontraba a bordo. El capitán del buque británico, actuando bajo órdenes radiales del gobernador de las Malvinas, Neville French, no detuvo la marcha, se rehusó a recibir un grupo de abordaje o seguir al Storni al puerto de Ushuaia. Con el fin de aumentar la presión, las acciones del destructor fueron apoyadas por un avión de reconocimiento marítimo Neptune de la Armada. El destructor entonces hizo varios disparos sobre la proa del Shackleton que a pesar de ello prosiguió su ruta hacia Puerto Stanley. El buque argentino no persistió en su accionar pero siguió a la nave inglesa hasta seis millas de ese puerto donde finalmente emprendió el retorno. [40] El hecho que la nave argentina se haya limitado a realizar algunos disparos y que no emprendió ninguna otra acción a pesar de su capacidad, parecería demostrar que sólo se buscó enviar un aviso: no se le reconocían derechos a Gran Bretaña para incrementar el desarrollo económico de las Islas. [41] Ante los hechos, se sucedieron las protestas británicas ante el Gobierno argentino y ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. [42]

Informe completo. Por Diego Mazzieri

Fue que en el año 1976, acaeció un hecho similar al actual (los ingleses pretendían excavar y dilapidar nuestro petróleo en Malvinas), pero con acciones absolutamente distintas del gobierno nacional de entonces… Claro está, en esa época había un gobierno nacional y popular, bueno o malo habrá que enjuiciarlo en otro momento, pero nadie podrá discutir la buena fe del mismo para con nuestros intereses nacionales y para con nuestra dignidad de nación: la Presidencia de María Estela Martínez Cartas de Perón, tan difamada como una mujer “débil y torpe” por el tan “fuerte e inteligente Pueblo de la Nación Argentina”…

Perón Y la Posibilidad del Condominio Insular:

En 1974, el Canciller Alberto J. Vignes afirmó que las negociaciones sobre la transferencia de las islas Malvinas a nuestro país, si bien parecían acelerarse, (en esos tiempos), "la política [argentina] amistosa sería revisada”.[1]

En Gran Bretaña, el nuevo gobierno del Primer Ministro Harold Wilson inició conversaciones diplomáticas introduciendo la posibilidad de un condominio Ingles-argentino sobre nuestro archipiélago. Ello dio lugar a importantes encuentros entre representantes de los gobiernos argentino y británico en julio de 1974. En esa oportunidad, el embajador de Gran Bretaña presentó al canciller Vignes una comunicación escrita en la que informaba haber sido instruido por su gobierno "para proponer que las discusiones entre Gran Bretaña y la Argentina sobre el futuro de las Islas deberían resumirse sobre la base de las salvaguardias y garantías a extenderse a los isleños en el hipotético caso de un condominio de Gran Bretaña y Argentina en relación a la soberanía territorial sobre las Islas Falkland" [2]

La comunicación británica además expresó lo siguiente:

...el objetivo del Gobierno de Su Majestad al entrar en negociaciones sobre la base del condominio será resolver la disputa de la soberanía a través de la aceptación de la co-soberanía argentina sobre las Islas y que el producto final pueda ser un tratado que solucione la disputa anglo-argentina creando una atmósfera favorable en la cual los isleños puedan desarrollarse acorde a sus intereses.[3]

Finalmente, el documento señaló que "cualquiera fuera la forma que pudiese asumir el condominio, éste tendría algunos elementos básicos, como ser que ambas banderas flamearan juntas, que se adoptaran los idiomas español e inglés como idiomas oficiales, que se aceptará la doble nacionalidad para los isleños, y que el gobernador fuese designado alternativamente por la Reina y el Presidente de Argentina. Sobre esas bases, el gobierno inglés aceptaba, en forma oficial y preliminar, iniciar las conversaciones en Buenos Aires". [4]

Esta aproximación diplomática británica coincidió con una contrapropuesta de la Cancillería argentina también sobre "condominio" que era similar en muchos aspectos. [5]

Las conversaciones sobre el tema se desarrollaron en forma muy confidencial. Pero luego de la muerte del presidente Perón no se continuó trabajando sobre esta opción, la cual parecía ser una solución pacífica y justa. Según Lanús, de acuerdo con testimonios, el presidente Perón habría dado su conformidad para que se analizara dicha solución al diferendo sobre la soberanía, pero que al producirse su deceso, el canciller Vignes "ocultó e hizo zozobrar esas negociaciones a pesar de la posición de Perón", desconociéndose los motivos de Vignes para adoptar semejante decisión. [6]

Por el lado británico, estas conversaciones que se realizaron sin la aprobación o la participación de los isleños fueron desbaratadas por el Parlamento, lo que llevó al Gobierno británico a informar en agosto de 1974 que no sería práctica la continuación de las conversaciones sobre el tema. [7]

Mas cierto es que el proyecto del General Perón era un gran avance para con el destino del archipiélago.

¡Petróleo en Malvinas!

A partir de 1969, el Gobierno británico había comenzado a percibir la resonancia política que podía generar la posible existencia de petróleo alrededor de las Malvinas. En aquella oportunidad, el Foreign Office concluyó que sería mejor no hacer nada al respecto por temor a provocar un aumento en la tensión política entre Gran Bretaña y la Argentina al punto de empujar a esta última a ocupar las islas por la fuerza. [8]

Más tarde, el Gobierno británico decidió realizar sus propias exploraciones en las aguas de las Malvinas para constatar si efectivamente había allí petróleo. Para ello, a partir de 1970 se llevaron a cabo relevamientos en la zona. Hacia mediados de los 70 se habían acumulado pruebas que sugirieron que probablemente existía petróleo en la región. [9]

De inmediato, varias empresas petroleras se interesaron en la zona y, según manifestaciones del Secretario Principal del Territorio de Gran Bretaña, se estaban esperando los resultados de un informe que había sido encargado a un equipo de investigadores de la Universidad de Birmingham. [10]

El informe titulado "Geology of the Region around the Falkland Islands" fue preparado por Departamento de Ciencias Geológicas de esa universidad y sus autores fueron P.F. Barker, J. Burrel, P. Simpson y D.H. Griffiths y presentado en marzo de 1975. [11]

Según el informe existían ciertas y grandes posibilidades de encontrar petróleo en las Islas y en el mar adyacente.

EL CORAJE DE LA VIUDA DEL GENERAL:

A pesar del ambicioso y nacional proyecto del Teniente General Juan Domingo Perón, tras su muerte, los ingleses y el ministro Vignes desconocieron lo pactado ahora que se presumía la posible existencia de gran cantidad de petróleo en las islas. En 1975 se produce un cambio de actitud, debido al informe Grifith que revelaba la existencia de cuencas petrolíferas en el área Malvinas. En 1976, unilateralmente, Gran Bretaña envía la misión Shackleton de exploración, que provoca la reacción de la Cancillería el 2-1-76 (gobierno constitucional: Sra. de Perón): advirtiendo que “su gobierno, juntamente con las FFAA... actuarán sin precipitación, pero con toda la persistencia, la prudencia y la energía que sean necesarias para lograr justicia.” El 13 se produce el retiro de embajadores y el 4-2 el destructor Storni efectúa disparos de advertencia.

El 19 de marzo de 1975, la Cancillería argentina emitió un Comunicado de Prensa en respuesta de las intenciones británicas. Según este texto, la Argentina no reconocía el ejercicio de ningún derecho en materia de exploración o explotación de recursos naturales:

Teniendo en cuenta que las Islas Malvinas y dichas áreas forman parte integrante del territorio nacional, el Gobierno Argentino de María Estela Martínez manifiesta que en ellas, no reconoce ni reconocerá la titularidad ni el ejercicio de ningún derecho relativo a la exploración y explotación de minerales o hidrocarburos por parte de un gobierno extranjero. Por consiguiente tampoco reconoce ni reconocerá y considerará insanablemente nulos cualquier actividad, medida o acuerdo que pudiera realizar o adoptar Gran Bretaña con referencia a esta cuestión que el gobierno argentino estima de la mayor gravedad e importancia.

El gobierno argentino considerará, además, la materialización de actos de la naturaleza antes mencionada, contraria a las resoluciones y consensos sobre las Islas Malvinas adoptadas por las Naciones Unidas, cuyo claro objetivo es la solución de la disputa de soberanía entre los países por la vía pacífica de las negociaciones bilaterales. [12]

Como respuesta al amenazante comunicado argentino, en el mes de abril, el recién designado embajador del Reino Unido en la Argentina informó, en su primer encuentro con el Canciller Vignes, que ante cualquier ataque a las Islas el Gobierno británico respondería con la fuerza militar. [13]

A pesar de la oposición argentina, el gobierno inglés mantuvo sus propósitos y el 16 de octubre confirmó el envío a las islas de una misión económica encabezada por Lord Shackleton . [14]

Ante este anuncio, el 22 de octubre, el Ministerio de Relaciones Exteriores declaró que no se concedía permiso oficial a la misión Shackleton. [15]

Ya el 16 de octubre, había hecho saber que el envío de la misión de relevamiento económico introduciría una desagradable perturbación en las relaciones anglo-argentinas y que su presencia pondría en peligro la solución pacífica de la disputa. [16]

Esta reacción echó por tierra las expectativas del Foreign Office de que el envío de una misión patrocinada por el Gobierno, en lugar de una empresa privada, calmaría al gobierno argentino. [17]

Lanús afirma que la Misión Shackleton, no autorizada por el gobierno argentino, introdujo un cambio sustancial que violaba un tácito principio de no innovar, que ambos países habían respetado hasta ese momento. [18]

Para julio de 1975, Kinney sostiene que el Reino Unido propuso a la Argentina discusiones para el desarrollo conjunto del Atlántico sudoccidental. El Canciller Vignes aceptó esa posibilidad pero la ató a la transferencia de la soberanía a través de un arriendo (leaseback) por un término fijo. La propuesta argentina incluía la ocupación inmediata de las islas Georgias y Sandwich del Sur con la aquiescencia británica. [19]

A esta propuesta, el Gobierno británico respondió que cualquier acción unilateral sería inaceptable, por lo que el Gobierno argentino rechazó cualquier conversación sobre cooperación económica que excluyera una discusión del tema de la soberanía. [20]

El 8 de noviembre de 1975, el representante argentino ante las Naciones Unidas sostuvo que dado que el estado presente de la situación entre ambos países era de ruptura de negociaciones, la Argentina no dejaría de valer sus derechos en la forma que considere más apropiada. El Gobierno británico consideró que este discurso contenía la idea de una acción unilateral por parte de la Argentina. [21]

Kinney agrega que a partir de mediados de los 70 tanto la oposición como el Gobierno argentino había comenzado a utilizar regularmente la amenaza de invasión como parte de la presión diplomática. [22]

En noviembre de 1975 el Canciller argentino en ese momento, Ángel Federico Robledo, invitó a Gran Bretaña a tratar el tema de la soberanía. Las autoridades británicas hicieron llegar al Canciller una nota sin membrete (non-paper) en el que informaban que el honorable Lord Shackleton visitaba las Islas aceptando una invitación. El gobierno argentino respondió con otro non paper recordando las leyes sobre autorización para navegar en aguas territoriales argentinas. [23]

A fines de 1975, se llevó a cabo en París una reunión por el Diálogo Norte-Sur. Allí, un nuevo canciller argentino, Manuel Aráuz Castex se encontró con su par británico, el Secretario del Foreign Office James Callaghan, quien le solicitó iniciar conversaciones sobre cooperación económica. Como era de esperar, Araúz Castex expresó su aceptación si se incluía la cuestión de la soberanía. También como era de esperar, la respuesta de Callagham fue que para tratar ese aspecto debía consultar la voluntad de los isleños.

El 17 de diciembre de 1975, Callagham entregó a Aráuz Castex una nota donde proponía una agenda "abierta" para discutir temas de cooperación y cualquier otra cuestión. [24]

En un nuevo encuentro en Roma, Aráuz Castex le propuso a Callagham transformar la misión Shackleton en una empresa de los dos países, "a fin de quitarle...su carácter unilateral y provocativo" y que estuviera bajo la dirección de un representante de cada país. [25]

Lanús afirma que este ofrecimiento de investigación conjunta fue rápidamente distorsionado por los británicos. Mientras que para los argentinos se trataba de poner toda la operación bajo la dirección de un paraguas binacional, para Callagham esto se tradujo en que la Argentina podía incorporar tres técnicos a la expedición, uno en temas económicos, otros marítimos, y un tercero en petróleo. La Argentina elevó la lista de tres nombres pero uno de ellos fue sólo aceptado como asesor. En vista de ello, Aráuz Castex concluyó que las verdaderas intenciones del gobierno inglés eran llevar adelante la expedición sin la participación argentina. [26]

A fines de 1975 la tensión entre ambos países había aumentado y durante los primero días del año siguiente, la Presidente María Estela Martínez de Perón mantuvo reuniones para analizar la situación en Presencia con el canciller Aráuz Castex y los tres Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, el general Jorge Videla, el almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti. [27]

Allí se analizó el texto de un Comunicado de Prensa que fue finalmente publicado el 5 de enero de 1976 por la Cancillería para contestar a lo que consideraban una "ruptura unilateral" de las conversaciones por parte de los británicos:

Ante tal comprobación, la Cancillería argentina estima inadecuado avenirse a considerar temas que, frente a aquella reticencia, resultan insustanciales con relación al problema verdadero, y no conducentes por lo tanto a la justa solución del mismo... Como consecuencia de ello el Pueblo de la República debe estar advertido de que su gobierno, juntamente con las Fuerzas Armadas y demás organizaciones institucionales que estructuran el Estado argentino, comparten inquebrantablemente el celo de aquél por la defensa de la dignidad y los derechos de la Nación; y que actuarán sin precipitación pero con toda la persistencia, la prudencia y la energía que sean necesarias para logra justicia. [28]

El 3 de enero de 1976, Lord Shackleton arribó a las Malvinas a bordo del buque HMS Endurance. El Canciller argentino sostuvo que el arribo del enviado británico en esa fecha, coincidente con la ocupación de las Malvinas en 1833, era una "coincidencia hostil y desconsiderada" y que por ello el Gobierno argentino consideraba que el Gobierno británico había roto unilateralmente con las negociaciones. Más aún, informó al embajador británico que "las dos partes se mueven rápidamente en un curso de colisión". [29]

Ante esta escalada en la tensión de las relaciones, Callagham envió el 12 de enero un mensaje a la Cancillería argentina en el que sostuvo que el tema de la soberanía era una "disputa estéril" y en un intento conciliatorio los invitó a mantener conversaciones confidenciales. La respuesta fue inmediata. El 13 de enero el Ministro de Relaciones Exteriores respondió, lamentando "no encontrar ningún elemento positivo que justifique la reapertura de negociaciones". [30]

El mismo día la Cancillería argentina informó que su embajador ante Gran Bretaña, Manuel de Anchorena, no retornaría a Londres y que había comunicado al Gobierno del Reino Unido que sería aconsejable que retirara el suyo, Derek R. Ashe, de Buenos Aires. A partir de ese momento, las relaciones se mantuvieron congeladas a pesar de que ambos gobiernos aseguraron que los hechos no implicaban una ruptura diplomática. [31]

El 14 de enero, Callagham declaró ante los Comunes que la tradicional amistad entre ambos gobiernos se encontraba entorpecida por razones de soberanía, pero que el gobierno del Reino Unido entendía que era imprescindible para el desarrollo económico de las Islas contar con cooperación económica del territorio continental. Agregó, también, que "con buena voluntad, el Reino Unido y la Argentina podrían transformar el área de disputa por la soberanía sobre las Islas en un factor de cooperación entre ambos países, de acuerdo con los deseos e intereses de los malvinenses". [32]

En medio de la crisis, el 15 de enero, el canciller Aráuz Castex fue reemplazado por el embajador Raúl Quijano, quien, del otro lado del Atlántico, destacó que las relaciones entre ambos países no estaban rotas. Al mismo tiempo las comunicaciones con las Malvinas se mantuvieron normales. Es claro que el gobierno argentino no deseaba cerrar todos los canales de comunicación. Los británicos tampoco quisieron agravar la situación.

Pocos días más tarde, el 27 de enero, el Ministro de Estado del Foreign Office declaró ante la Cámara de los Lores que:

...no habrá cambios en la soberanía británica sobre las Islas Falkland en contra de los deseos de los isleños. Pero el gobierno de Su Majestad estima...que se atenderá mejor a los intereses a largo plazo de los isleños mediante vínculos estrechos y amistosos con la Argentina. [33]

Mientras ambos gobiernos trataban de mantener la situación de tensión bajo control, algunos sectores en la Argentina solicitaban una acción más enérgica. En efecto, el mismo día, el líder de la bancada de la oposición, Antonio Trócoli (UCR), hizo un pedido de informes al Poder Ejecutivo. Por éste trámite, quiso saber qué otras medidas se habían considerado además del retiro de los embajadores y si ello era todo lo que el país podía hacer para castigar a Gran Bretaña. [34]

En medio de la crisis, el 16 de enero, un buque de transporte de la Armada Argentina desembarcó en Puerto Stanley 750 toneladas de equipo y cincuenta miembros del cuerpo de ingenieros del Ejército. En la capital de las Islas muchos pensaron que se hallaban ante el preludio de la invasión. Sin embargo, un mensaje del Foreign Office desde Londres, enfrió los ánimos al informar que el desembarco del equipo era legítimo y que se trataba del material para extender la pista de aterrizaje según se había acordado en 1972 en concordancia a un acuerdo previo. [35]

Durante esos días, la prensa británica reprodujo artículos escritos por isleños donde se expresaron sus temores acerca de que el Foreign Office los hubiera "vendido" y que como "peones que eran, se transformarían en las víctimas de una batalla diplomática perdida". [36]

Los organismos regionales se expidieron en apoyo de la Argentina. La Organización de los Estados Americanos sostuvo que la exploración del potencial económico de las Islas constituía una amenaza a la seguridad hemisférica. También el 16 de enero, el Comité Jurídico Interamericano de la OEA declaró en Río de Janeiro que la Argentina tenía un inobjetable derecho de soberanía sobre las Islas Malvinas. Calificó a la misión Shackleton como una "innovación unilateral" que violaba las Resoluciones de las Naciones Unidas 2.065 (XX) y 3.160 (XXVIII) y que amenazaba la paz internacional y la de toda América Latina; por último, que todas esas acciones implicaban un esfuerzo hostil para silenciar los reclamos argentinos y obstaculizar el progreso de las negociaciones solicitadas por la Asamblea General. [37]

Con posterioridad, Gran Bretaña rechazó, en una nota presentada a la Comisión de Descolonización de las Naciones Unidas, la declaración de la Comisión Jurídica de la OEA. El pico de la crisis se alcanzó el 4 de febrero cuando el destructor de la Armada Argentina ARA Almirante Storni. [38] Se dispuso a detener al buque de investigación oceanográfica británico RRS Shackleton que navegaba a 78 millas al sur de Puerto Stanley. Desde el destructor se ordenó: "Detenga las máquinas o abriré fuego". El motivo esgrimido por la nave argentina fue que los británicos se hallaban dentro del límite de la jurisdicción argentina de las 200 millas alrededor de las Islas. [39]

La Presidente de la Nación dio venia al posible ataque. Según algunos informes, también se creía que Lord Shackleton se encontraba a bordo. El capitán del buque británico, actuando bajo órdenes radiales del gobernador de las Malvinas, Neville French, no detuvo la marcha, se rehusó a recibir un grupo de abordaje o seguir al Storni al puerto de Ushuaia. Con el fin de aumentar la presión, las acciones del destructor fueron apoyadas por un avión de reconocimiento marítimo Neptune de la Armada. El destructor entonces hizo varios disparos sobre la proa del Shackleton que a pesar de ello prosiguió su ruta hacia Puerto Stanley. El buque argentino no persistió en su accionar pero siguió a la nave inglesa hasta seis millas de ese puerto donde finalmente emprendió el retorno. [40] El hecho que la nave argentina se haya limitado a realizar algunos disparos y que no emprendió ninguna otra acción a pesar de su capacidad, parecería demostrar que sólo se buscó enviar un aviso: no se le reconocían derechos a Gran Bretaña para incrementar el desarrollo económico de las Islas. [41] Ante los hechos, se sucedieron las protestas británicas ante el Gobierno argentino y ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. [42]

La Argentina protestó y acusó al Gobierno británico de haber violado las normas relativas a la jurisdicción marítima, en tanto que el Reino Unido denunció la actuación del buque argentino como un "peligroso" hostigamiento contra un buque que navegaba pacíficamente para efectuar "un relevamiento científico en la zona". [43]

Sin embargo, el enfrentamiento no escaló. Al día siguiente de los disparos, Edward Rowlands, ministro de estado del Foreign Office, afirmó ante la Cámara de los Comunes que harían "todo lo posible para enfriar la situación" pero fue ovacionado cuando sostuvo que la posición del Gobierno era clara: respetar los deseos de los isleños . [44]

Para Beck, la respuesta de su país estuvo relacionada, no sólo, con el deseo tradicional de Gran Bretaña de evitar los conflictos con la Argentina, sino para evitar otros problemas dado que en ese mismo momento la "Guerra del Bacalao" con Islandia estaba en plena escalada (63). [45] Por otra parte, Kinney agrega que el debate parlamentario sobre el tema demostró que la posición británica era débil dado lo exiguo de sus fuerzas militares (64). [46]

Sin embargo, las consecuencias de la acción argentina no tuvieron mayor impacto sobre la política británica hacia las Islas y prevaleció el status quo. Los isleños persistieron en su empeño de permanecer bajo la soberanía británica, el Foreign Office continuó tratando de alcanzar algún grado de cooperación económica de todas las partes involucradas, y muchos argentinos continuaron exigiendo soberanía plena sobre las Islas. Al respecto el canciller Quijano afirmó: “el centro de nuestra discusión es... soberanía...No podemos avanzar y si el Reino Unido no desea discutir el este tema nosotros no podemos tratar los otros temas. Por supuesto que estamos muy interesados en la cooperación económica y las comunicaciones, pero sin soberanía estos son temas mucho más periféricos”. [47]

A pesar de lo sucedido o debido a ello, el canciller argentino, y el ministro Rowlands acordaron en Nueva York reasumir el diálogo. Al mismo tiempo, Rowlands le comunicó claramente que el Gobierno británico "defendería las Islas si los argentinos intentaban utilizar la fuerza".

Como corolario de lo narrado, el 17 de marzo de 1976, a iniciativa de la Señora Presidente de la Nación, el Congreso reunido tanto el oficialismo como la oposición (que vetaba todo proyecto gubernamental para perturbar el orden y el oficialismo verticalista conjuntamente con el traicionero Grupo de Trabajo,) acordaron que la misión Shackleton fue un atentado para con nuestra soberanía por lo que había que tomar cartas en el asunto de dos formas:

-1- se desconocería o replantaría que su Majestad Británica arbitre entre Argentina y Chile: pues esta disposición la propicio el gobierno de facto de Agustín P. Lanusse, el cual carecía de autoridad democrática para tomar tamaña resolución.

-2- Se citaba al Canciller inglés a resolver la cuestión de Malvinas, en reunión del Congreso “A puertas cerradas” so pena de ruptura total de relaciones internacionales con Gran Bretaña.

El magnifico texto del diario de sesiones se transcribe a continuación a fin de revelar la loable actitud de la Presidente y del Poder Legislativo contemporáneo:

CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN ARGENTINA

REUNIÓN 51º

17 DE MARZO DE 1976

(Una Semana antes del Golpe - ¿Casualidad o Causalidad?)
fuente: El Malvinense

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