Principal referente de la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Grabois
evitó durante largo tiempo dar definiciones de esta índole. A comienzos
de este año, negó con vehemencia una posible candidatura o pertenencia
partidaria, al priorizar su rol de representante gremial. Es que el "cayetano" es uno de los interlocutores de la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, con quien negocia fondos y ayuda social para los cooperativistas de su organización.
Pero pasó agua bajo el río. Avanzado
el ajuste económico tras el acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional (FMI), Grabois dio un giro. Ante un plenario nacional del
Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), el dirigente sinceró su
intención de intervenir políticamente en el escenario recesivo que se
avecina, con la mirada puesta en las elecciones nacionales de 2019.
Si bien falta mucho camino por recorrer, la intención de Grabois es apoyar una eventual candidatura de Cristina Kirchner. Al igual que la reconciliación que tuvo la senadora con el camionero Hugo Moyano,
el dirigente social hizo un balance en el que "revaloró" la experiencia
del gobierno kirchnerista tras años de confrontación. Pese a la puja
constante, el entonces ministro de Trabajo Carlos Tomada le
concedió la ansiada personería social, a dos días de terminar la
gestión. Su gesto político más fuerte reciente hacia la ex presidente
fue a mediados de agosto, cuando la acompañó a los tribunales de Comodoro Py.
El espacio de Grabois se llamará "Frente Patria Grande" y se lanzará en los próximos días. Estará principalmente integrado por "VAMOS",
una nueva fuerza política con impronta de izquierda que tiene como
horizonte la formación de un "amplio frente de unidad nacional, popular,
democrático, feminista y socialmente transformador que permita derrotar
al gobierno neoliberal y sus posibles continuadores".
Este bloque de dirigentes propone como programa común un "Plan de Emergencia Nacional", que lleve adelante "reformas económicas, sociales e institucionales profundas"
para que el país salga de "su situación de dependencia", rompa con el
FMI e "impulse la unidad latinoamericana", señalaron en un comunicado.
Además, sostienen una vocación de "defensa de la democracia y los derechos humanos", y rechazan la "persecución judicial" a Cristina Kirchner, a
quien la comparan con la proscripción del ex presidente brasileño Lula
da Silva. "Reivindicamos de forma crítica y propositiva los procesos
populares latinoamericanos de inicios del siglo XXI", completaron.
A partir de esta plataforma, Grabois junto a su frente saldrán a la
caza de nuevos integrantes. Un espacio opositor de previsible
interlocución es "En Marcha", que se lanzó en el club
Ferrocarril Oeste el 6 de junio pasado, hasta que entró en una
meseta. Además de formar parte Grabois y algunos miembros de VAMOS, ese
espacio tiene como animadores a los otros dirigentes del triunvirato
piquetero (Daniel Menéndez de Barrios de Pie y Juan Carlos Alderete,
de la Corriente Clasista y Combativa), con dirigentes de los "partidos
tradicionales" como el PJ, Seamos Libres, el Frente Renovador o el
Movimiento Evita. En ese listado están Felipe Solá, Emilio Pérsico, Leonardo Grosso, Juan Cabandié, Gustavo Menéndez, Humberto Tumini, Fernando "Chino Navarro", entre otros.
Uno de los grandes desafíos en el armado Grabois será el lugar que ocuparán las reinvidicaciones feministas. Es que el dirigente social se pronunció públicamente en contra del aborto seguro, legal y gratuito,
algo que le valió fuertes críticas internas en la CTEP. De hecho,
mayoritariamente el propio VAMOS está a favor de la interrupción
voluntaria del embarazo (IVE), y en su programa está incluido el rechazo
a todo "poder machista y patriarcal".
El caudal político del amigo del Papa, en cambio, está en el sector que representa. Su fuertes lazos con los movimientos sociales, la Iglesia Católica y organizaciones de izquierda lo ubican en un rol privilegiado para traccionar a grupos históricamente díscolos con el kirchnerismo.
Aunque opositor confrontativo, Grabois cultiva un perfil que le da
cierta tranquilidad a Cambiemos, sobre todo en tiempos que se prevé una
altísima conflictividad por la recesión que se avecina. Síntoma de ello
es la buena relación que cosecha con Stanley y otros funcionarios de
Cambiemos, pese a las diferencias e intereses contrapuestos.
Los dirigentes "cayetanos" del triunvirato piquetero son una garantía de que el conflicto social tenga intermediarios y no se convierta en estallido incontrolable. En más de una oportunidad, Grabois reconoció que "va a protestar en las calles", pero que "los humildes no van a poner el cuerpo", en referencia a posibles enfrentamientos violentos.
Organizaciones como la CTEP representan a un grupo de trabajadores precarizados específico,
producto de las décadas de avance de la informalidad laboral y caída
del trabajo registrado. No solo aportan capacidad de movilización y
organización, sino que funcionan como intérpretes de cuentapropistas que
producen bienes y servicios en condiciones de subsistencia.
Otro aspecto no despreciable que jugará en la puja política es la alianza de Grabois que mantiene con Hugo Moyano,
quien logró recomponer parte de su poder en la CGT a partir de estos
acercamientos. Aunque quedó atrás la separación tajante de los 90's
entre el movimiento obrero y los desocupados, en gran parte de la
dirigencia sindical tradicional sigue existiendo desconfianza.
Cualquiera sea el futuro de los frentes electorales, el apoyo del movimientos sociales se vuelve clave en la contienda nacional.
De oficializarse el alineamiento de Grabois y sea una realidad la
candidatura de Cristina Kirchner, la senadora incorporará a su espacio
un sector heterogéneo, con poder de fuego y crítico a su gestión, que le
exigirá tomar definiciones más audaces que el pragmatismo habitual del
peronismo.
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