A Chávez

Se cumple hoy un mes del fallecimiento del Coronel Mohamed Ali Seineldin, acaecido repentinamente a los 75 años. La parca cruel usó el sigilo del ataque insospechado para quebrar su carnatura terrenal, como no pudieron el fuego de las metrallas ni el intenso bombardeo del ataque inglés al aeropuerto de Malvinas. Su partida a la casa del Señor munido de su fe religiosa impregnada de una honda devoción mariana que le infundió un misticismo atípico para estos tiempos del materialismo dialéctico. Y que exhibió a lo largo de su existencia y especialmente en su vida militar en la que supo unir en un apretado haz, el amor a Dios con el amor a la Patria y la Familia. Valores éstos por los cuales luchó, predicó y dio testimonio permanente en su conducta intachable ya de guerrero, ya de paisano. “Milicia es la vida del hombre sobre la tierra”, leemos en el libro de Job, y como vida de miliciano fueron sus días y estas palabras, exactas refiriéndolas a todos los hombres, tienen una aplicación especial para los cristianos que supo dar ejemplo Seineldin. Su acendrada vocación militar no le hizo perder su respeto por las instituciones de la República, sino al revés, la rebelión de los militares “carapintadas” fue no para dar un “golpe de Estado” sino para defender a la institución fundamental de la Nación, como es su propio Ejercito Nacional que, con el inicio de la democracia, primero Alfonsín, luego quienes lo sucedieron y finalmente los Kirchner fueron denigrando a sus cuadros, desmantelando su equipamiento y reduciéndola a su mínima expresión a tal punto que hoy somos en el cono sur la Nación más desarmada e indefensa, que contrasta con los países limítrofes de Brasil y Chile que nos redoblan y triplican en poder militar y nos ponen en la necesidad de pactos secretos con el eje del mal Venezuela y Cuba, que nos obliga a someternos en el acompañamiento de sus relaciones exteriores. A Chávez , militar de carrera, que surgió a la vida política liderando un golpe de Estado contra el Gobierno civil, la tilinguearía argentina no se le ocurre catalogarlo de “golpista” ni de “dictadura militar” a su gobierno, a pesar de la conformación de las milicias populares integradas a las fuerzas armadas y el control que el poder militar ejerce sobre toda la estructura estatal. Sí, en cambio, a Seineldin, cuando se lo menciona en los medios, su nombre va precedido del mote de “militar golpista” sin referir que Seineldín en carta a la Nación contestando una diatriba de Página 12 que nunca fue desmentida, dejó bien en claro su total oposición a las etapas previas al golpe de Estado de 1976, lo que fue un obstáculo luego para su carrera militar. Lo mismo que la prensa elitista ha ocultado y tergiversado en estos últimos dieciocho años lo dictaminado por la Justicia – en el sentido de que los acontecimientos militares del 3 de diciembre de 1990 “No eran un golpe de Estado antidemocrático”, sino una rebelión de cuadros militares contra la superioridad que el Código Militar tipifica como “motín” y que está penado con la pena máxima. El Tribunal que juzgó a estos militares fue claro al determinar que el levantamiento sólo estaba destinado a buscar un cambio en la cúpula castrense que aceptaba la destrucción de las Fuerzas Armadas. Como hoy el país puede comprobar cuán ciertas y justificadas fueran esas acciones que la antipatria, luego del desguase y las purgas militares, ha convertido a nuestro país, en un molusculo invertebrado en el concierto de las naciones. Su participación en la gesta de Malvinas, fue heroica como lo reconocen sus camaradas veteranos de la guerra, siendo el oficial más querido por sus subordinados que lo recuerdan con cariño. Tuvo a su cargo al mando del R.25, la custodia del Aeropuerto de Malvinas que soportó toneladas de bombas de los ataques aéreos ingleses . Desde el inicio de las acciones, su participación fue heroica y cubrió de gloria las páginas de nuestra historia. Integró el pelotón de comandos que desembarco a las Islas y tomó la casa del gobernador inglés, operación que cobró la vida del Capitán Giachino, primer mártir de Malvinas, a quien confortó en el trance doloroso de su muerte. Al término de la guerra y vuelto al continente, recibido por los padres del Capitán Giachino, Seineldín les dijo : “Yo estoy muerto. vivo por la vida de su hijo” lo que le valió a María Delicia Rearte De Giachino esta reflexión que comenta en carta publicada en los diarios “¿Qué extraño destino hizo que fuera el CNL. Seineldin, el que diera la última asistencia espiritual al Cap. Giachino, en aquella mañana gloriosa para la Argentina que había sido redimida por la sangre de ese hijo que tanto la amaba?” “Extraño destino, sólo comprensible, para las almas grandes, iluminadas por la FE. Por eso el “coronel” sabía que su vida tenía un precio altísimo y por eso la vivía haciendo honor a aquel por el cual vivió”. Sus amigos correntinos, quienes los conocimos de hace más de veinte años y tuvimos el privilegio de su amistad ,y que pudimos compartir con él no hace poco más de tres meses en su visita a nuestra ciudad donde dictó una conferencia en el Casino de oficiales de la Policía de Corrientes , hoy lo vemos en las quimeras románticas, como al arquetipo del nacionalismo hispano que fue José Antonio Primo de Rivera, “montando guardia en los luceros, esperando que la patria vuelva a reír la primavera” Que Dios le dé la paz merecida y nos la prive a nosotros hasta ver cumplida la causa por las que él luchó y juramos continuar.
Andrés Vicente Custidiano
Contador Público

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