La clave que retrasa el ataque es Israel: puede ser el gran perdedor de un ataque a Siria

Las líneas matrices del desenlace La clave que retrasa el ataque es Israel: puede ser el gran perdedor de un ataque a Siria

 (IAR Noticias) 03-Septiembre -2013

La vulnerabilidad de  Israel frente a una intervención militar extranjera y una generalización regional del conflicto, es la clave del fracaso de Obama en el ataque a Siria. El poderoso lobby judío de Nueva York, controlador de Wall Street, de la Reserva Federal  y del Complejo Militar Industrial de EEUU, el gran diseñador  y controlador del dólar y las operaciones especulativas  financieras a escala global,  presiona para la postergación indefinida del ataque a Siria por parte de EEUU y las potencias de la OTAN.

Por Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com

En las últimas horas varios medios y analistas estadounidenses resaltaron un lobby de presión sobre la Casa Blanca y el Congreso de EEUU orientado a desactivar los planes de ataque unilateral por parte de EEUU a Siria. 

Además, la influencia del lobby sobre los bancos centrales y parlamentos europeos explicaría la deserción de Gran Bretaña y la negativa de las potencias a embarcarse en un ataque unilateral propuesto por Washington. La razón de fondo es la posición de debilidad de Israel en un posible escenario de extensión del conflicto .

El Estado judío sería el mayor perjudicado con un ataque militar a Siria por su posición vulnerable a un ataque  reactivo de Siria, Hezbolá, y el propio Irán la primera potencia islámica en la región. "Israel se prepara para lo peor en la crisis de Siria" señala la cadena británica BBC, y el titulo resulta revelador.

 "Atacar Siria sería arriesgarse a una respuesta contra Israel y a sublevaciones en gran parte del mundo árabe, sobre todo en Arabia Saudita y Egipto. La reciente intervención del Hezbollah libanés y las declaraciones de su secretario general Hassan Nasrallah no dejan lugar a dudas en ese sentido", señala la cadena británica.

Israel posee tres sistemas de intercepción misilística, y un poderoso escudo defensivo  con una capacidad de movilización inmediata. Pero eso no lo inmuniza del todo frente a los misiles sirios o iraníes, o los misiles de corto alcance acumulados en los arsenales subterráneos de Hezbola, y de la propia Hamás. Y ni hablar de la posibilidad de que Siria decida utilizar sus armas químicas contra el Estado judío. 

En un espacio tan reducido de territorio, los flancos vulnerables son demasiados. Nada garantiza que las abigarradas ciudades israelíes no sean alcanzadas y sumidas en el pánico y la destrucción. Las agencias internacionales resaltan a diario el temor generalizado en la sociedad israelí que agota la existencia de las máscaras antigases.

Israel es una potencia nuclear, acumula en sus arsenales más de 200 ojivas atómicas, pero si las utilizara, además de desatar un conflicto global, se suicidaría a si mismo, dado el espacio geográfico reducido que conforma el teatro del conflicto regional.

Por lo tanto, deberá enfrentar un posible ataque con sus capacidades defensivas y ofensivas convencionales de potencia militar regional. Y el punto más temido, es la reacción de anarquía y de terror que se desataría en la población israelí , que podría desatar una crisis social y de división politica en el Estado israelí mucho más importate que la que se desató con la derrota frente a Hezbolá en Libano.

Los halcones israelíes y norteamericanos, y los grandes ejecutivos y estrategas del capitalismo trasnacional con sede en Nueva York, tienen sus ojos puestos en dos cuestiones centrales: 1) la reacción que produciría en los mercados internacionales, y la repercusión regional , y hasta internacional, de  una intervención militar extranjera abierta que produciría una  generalización de la guerra en Medio Oriente, 2) la evaluación de  los costos que pagaría Israel, rodeado por sus enemigos, en un espacio reducido, que lo deja en estado de indefensión  pese a su condición de potencia nuclear.

Este es el punto central del retraso del ataque ordenado por Obama, solo un títere gerencial de los intereses corporativos del lobby financiero que controla EEUU.

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