El mate por fin ostenta su título de “infusión nacional”. Así lo
declaró por ley, el Senado. Es, sin dudas, la bebida
más “democrática” del país: se estima que el 70% de los argentinos la
toma habitualmente y la mitad la elige para desayunar, según un nuevo
relevamiento de la consultora Kantar Worldpanel. En base a un “diario de
consumo” semanal de 500 personas mayores de 12 años, los analistas
hallaron que el “té de los jesuitas” le ganó al café con leche, el
segundo favorito para arrancar la mañana.
El mate destronó también a las gaseosas e incluso al agua.
“En
cantidad de litros es lo que más se toma en la Argentina. Bebemos unos
100 litros de mate por persona, por año. De agua, sólo 30”, señala la
ingeniera agrónoma Josefina Armendares, especialista en mate y asesora
de CBSé.
Y cada vez mateamos más. El consumo interno en el primer
trimestre de 2013 fue el mejor de los últimos cinco años, según datos
del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). Se registraron más de 63
millones de kilos, frente a 55 millones en el mismo período del 2012.
El mate cebado, con bombilla, es la forma de tomarlo más extendida, según una investigación impulsada por el INYM en 2009.
Este estudio también halló que “el mate es sinónimo de charla” y una
compañía a la hora de trabajar o estudiar. No encuentra competencia con
otras bebidas en cuanto a su significado. “Viene muy de la mano con la
tradición, con la argentinidad. De las infusiones, fue la primera que se
instaló en la vida colonial”, recuerda Armendares.
El mate se
toma en todas las edades, pero el consumo se consolida pasados los 25
años. ¿Cuáles son los momentos de mayor consumo? De acuerdo con el
relevamiento, además de la mañana, el mate se elige para merendar,
mientras que el café y el té son los privilegiados en la sobremesa
después de cenar. La infusión de los guaraníes es un alimento completo.
Armendares
explica que aporta vitaminas A, B, C y E: “Un mate de 50 g de yerba con
medio litro de agua, como dosis diaria, aporta casi todas las vitaminas
que un adulto sano requiere por día”. Además, es un antioxidante más
poderoso que el té verde, el jugo de naranja o el vino, gracias a sus
polifenoles.
Su composición de mateína estimula el ritmo cardíaco
y el potasio regula la presión sanguínea. Respecto del colesterol,
Armendares señala que las saponinas en la yerba ayudan a eliminarlo de
la sangre. Alberto Cormillot, especialista en nutrición, añade que el
mate es diurético y laxante por su contenido de cafeína. Como todo,
también tiene contras. Según Cormillot, puede provocar gastritis, acidez
e insomnio por la cafeína, y algunos estudios respaldan su papel en el
aumento del riesgo de cáncer de esófago, laringe y cavidad bucal, aunque
“se requiere más investigación”, aclara el médico.
Otro capítulo merece cómo se “condimenta” el mate.
Según datos de INYM, la mitad de los argentinos le agregan azúcar. La
sommelier de mate Karla Johan Lorenzo, autora de El Libro de la Yerba
Mate, afirma que este hábito varía según la región: “En la Patagonia se
toma dulce; en el Litoral y en el Norte, siempre amargo”. En Córdoba y
en la región de Cuyo, gana la opción azucarada.
Para Armendares,
el edulcorante no es una opción: “Despierta los peores sabores de la
yerba, resalta sus sabores metálicos”. Pero tomarlo con azúcar vuelve a
la infusión menos saludable y más engordante. “El mate tiene una enorme
cantidad de antioxidantes y cada vez se le encuentran más beneficios
para la salud.
El problema es con qué lo endulzás.
Mi
consejo es que si lo soporta amargo, tómelo así. A lo sumo, se le puede
agregar una cucharadita de café de azúcar, cada tres cebadas. El peor
problema es cuando en cada cebada le agregan azúcar. Con esa conducta,
transforman una maravilla en una bebida inadecuada, peor que una
gaseosa”, advierte la nutricionista Mónica Katz.
Es cuestión de
gustos. “Cada persona encuentra una forma de tomar su mate. Arman
blends, mezclan marcas y se animan a buscar su propio sabor”, describe
la sommelier. “El mate está de moda”, concluye.
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