Cada momento queda plasmado en una foto con su historia. Su antes y despues. Sus sonidos particulares de lugares. Su música y sus ruidos. El sonido de voces amigas o no tanto. El susurrro de reuniones cargadas de asombro, cuando husmeé en la política fuera de mi ámbito universitario. Y fuera de la agrupación de mi madre donde me crié en otra política. Al volver a verlas, recuerdo que estuve allí, cuando se hizo el primer paro de mujeres. Cuando todavía se hablaba de derechos políticos más amplios, como la paridad y no de matar niños, con el aborto, donde desembocaron estas grandes manifestaciones. Estuve alli cuando vestimos luto por las hermanas muertas por femicidos. Cuando agité el color rojo de zapatos para identificar el dolor y la sangre de otras mujeres. Y no los pañuelos verdes que pedían la muerte de bebes. Estuve allí pensando que la paridad nos podía dar la oportunidad de ocupar espacios legítimos de poder, sin pensar que eso estaba reservado para las novias, amantes o familires e hijos de diputados y senadores. Estuve alli, con mi mente creativa trabajando por la patria y por una Argentina mejor, sin saber que me usaban para que llegara un concejal con pocas luces, aunque eso sería lo de menos, si fuera buena persona y no llena de vicios y falsedades para los vecinos. Estuve alli cuando sostuve la bandera de género, sin saber que el día último, un diputado se deslizaría entre la multitud llevando a su hija del hombro para colocarla a mi lado, sosteniendo la bandera para poder ocupar una lugar en la foto y en la lista sin haber militado. Estuve alli cuando una senadora a la que acudí sonriente a su selfie, me estaba marcando para enviarle la foto a un diputado porque yo había dicho en la reunión que no se respetaba la paridad en mi distrito. Estuve allí cuando dos de mis asistentes, no eran tales sino que estaban para controlar, manipular y robar el espacio que había generado, siempre con la complicidad perversa de un hombre de 70 años en las sombras y de su hijo, un machista de igual perversidad. Estuve allí cuando luego de una exitosa campaña multitudinaria, generada con mis recursos, materiales, morales y humanos, estaba colocando en una banca a una señora de 70 años que nunca había aparecido, excepto para las listas. Estuve allí, cuando un grupo de marginales, patotearon a mi madre en una reunion, siempre con la indicacion expresa del hombre de 70 años, apadrinado por la mujer de 65 años. Estuve allí con mi espíritu renovador creyendo aportar mi profesionalismo, mi juventud idealista y mis emociones de participar en lo creía era el peronismo. Estuve allí, recibiendo bulling, por tener un título, vestirme bien y usar perfumes caros. Por tener un rostro favorable que les despertaba las envidias más agresivas a quienes poseen la violencia y la envidia, como única arma en la vida. Estuve allí cuando me ocupé de los temas álgidos de la sociedad convocando a mujeres y hombres profesionales en reuniones de importante convocatoria, cualitativa y cuantitativa, sin saber que preparaban para mi la más artera de las traiciones, cuando luego de haber participado en la lista como candidata a concejal y haber ganado en las paso, los de 70 y 65 pedirían que no pueda participar en las generales arguyendo que tenía problemas de documentación. Estuve allí en cada reunión escuchando a personas que decían tener alguna trayectoria o representación que resultaron ser nadies por sus conducta posteriores degradantes. Estuve allí en las calles cuando decidí caminar sola buscando un rumbo que me alejara de esa oscuridad y esos manejos. Estuve alli en la calle cuando mi trabajo llegó a su fin y pasé a ser una desocupada, mientras los que subieron por mi espalda y mis hombros brindaban por su llegada al poder. Estuve alli para saber, para entender, para que nadie me la cuente. Para vivir esa realidad de tantas mujeres militantes que son víctimas de la ambición de otros de 70. No es una discriminación la edad, por el contrario, debiera ser un orgullo llegar a esa edad, pero no siendo perverso, codicioso, malintencionado, manipulador y lleno de maldad hacia los jóvenes. Los jóvenes que tenemos cierta formación, no vamos a caer otra vez en la bajeza a que pretenden reducirnos estos maleantes de la política, que hoy y ayer apoyaron la política y las leyes de quienes quieren a los trabajadores sin trabajo, a los docentes sin escuelas, a los médicos sin hospitales, a los estudiantes sin universidades y a los abuelos sin medicamentos ni comida. Tal vez esta reseña, surgida de mirar fotos un día domingo, de una militante del peronismo, les levante la autoestima a muchas de mis compañeras que se han sentido manoseadas y abusadas de igual manera alguna vez. A.P.La crisis alcanza niveles insospechados sólo queda la alternativa: "o nos salvamos todos, o nos hundiremos juntos"
Para que nadie me la cuente
Cada momento queda plasmado en una foto con su historia. Su antes y despues. Sus sonidos particulares de lugares. Su música y sus ruidos. El sonido de voces amigas o no tanto. El susurrro de reuniones cargadas de asombro, cuando husmeé en la política fuera de mi ámbito universitario. Y fuera de la agrupación de mi madre donde me crié en otra política. Al volver a verlas, recuerdo que estuve allí, cuando se hizo el primer paro de mujeres. Cuando todavía se hablaba de derechos políticos más amplios, como la paridad y no de matar niños, con el aborto, donde desembocaron estas grandes manifestaciones. Estuve alli cuando vestimos luto por las hermanas muertas por femicidos. Cuando agité el color rojo de zapatos para identificar el dolor y la sangre de otras mujeres. Y no los pañuelos verdes que pedían la muerte de bebes. Estuve allí pensando que la paridad nos podía dar la oportunidad de ocupar espacios legítimos de poder, sin pensar que eso estaba reservado para las novias, amantes o familires e hijos de diputados y senadores. Estuve alli, con mi mente creativa trabajando por la patria y por una Argentina mejor, sin saber que me usaban para que llegara un concejal con pocas luces, aunque eso sería lo de menos, si fuera buena persona y no llena de vicios y falsedades para los vecinos. Estuve alli cuando sostuve la bandera de género, sin saber que el día último, un diputado se deslizaría entre la multitud llevando a su hija del hombro para colocarla a mi lado, sosteniendo la bandera para poder ocupar una lugar en la foto y en la lista sin haber militado. Estuve alli cuando una senadora a la que acudí sonriente a su selfie, me estaba marcando para enviarle la foto a un diputado porque yo había dicho en la reunión que no se respetaba la paridad en mi distrito. Estuve allí cuando dos de mis asistentes, no eran tales sino que estaban para controlar, manipular y robar el espacio que había generado, siempre con la complicidad perversa de un hombre de 70 años en las sombras y de su hijo, un machista de igual perversidad. Estuve allí cuando luego de una exitosa campaña multitudinaria, generada con mis recursos, materiales, morales y humanos, estaba colocando en una banca a una señora de 70 años que nunca había aparecido, excepto para las listas. Estuve allí, cuando un grupo de marginales, patotearon a mi madre en una reunion, siempre con la indicacion expresa del hombre de 70 años, apadrinado por la mujer de 65 años. Estuve allí con mi espíritu renovador creyendo aportar mi profesionalismo, mi juventud idealista y mis emociones de participar en lo creía era el peronismo. Estuve allí, recibiendo bulling, por tener un título, vestirme bien y usar perfumes caros. Por tener un rostro favorable que les despertaba las envidias más agresivas a quienes poseen la violencia y la envidia, como única arma en la vida. Estuve allí cuando me ocupé de los temas álgidos de la sociedad convocando a mujeres y hombres profesionales en reuniones de importante convocatoria, cualitativa y cuantitativa, sin saber que preparaban para mi la más artera de las traiciones, cuando luego de haber participado en la lista como candidata a concejal y haber ganado en las paso, los de 70 y 65 pedirían que no pueda participar en las generales arguyendo que tenía problemas de documentación. Estuve allí en cada reunión escuchando a personas que decían tener alguna trayectoria o representación que resultaron ser nadies por sus conducta posteriores degradantes. Estuve allí en las calles cuando decidí caminar sola buscando un rumbo que me alejara de esa oscuridad y esos manejos. Estuve alli en la calle cuando mi trabajo llegó a su fin y pasé a ser una desocupada, mientras los que subieron por mi espalda y mis hombros brindaban por su llegada al poder. Estuve alli para saber, para entender, para que nadie me la cuente. Para vivir esa realidad de tantas mujeres militantes que son víctimas de la ambición de otros de 70. No es una discriminación la edad, por el contrario, debiera ser un orgullo llegar a esa edad, pero no siendo perverso, codicioso, malintencionado, manipulador y lleno de maldad hacia los jóvenes. Los jóvenes que tenemos cierta formación, no vamos a caer otra vez en la bajeza a que pretenden reducirnos estos maleantes de la política, que hoy y ayer apoyaron la política y las leyes de quienes quieren a los trabajadores sin trabajo, a los docentes sin escuelas, a los médicos sin hospitales, a los estudiantes sin universidades y a los abuelos sin medicamentos ni comida. Tal vez esta reseña, surgida de mirar fotos un día domingo, de una militante del peronismo, les levante la autoestima a muchas de mis compañeras que se han sentido manoseadas y abusadas de igual manera alguna vez. A.P.
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